Miniplán Marshall para Ruanda y Burundi

Mohamed Sahnoun termina su mandato como enviado especial de la ONU en los Grandes Lagos

Antes de abandonar su cargo de enviado especial de la ONU en los Grandes Lagos africanos, en diciembre pasado, el diplomático argelino Mohamed Sahnoun mostró su inquietud por el constante derramamiento de sangre en Burundi y Ruanda. Sahnoun explica que, dada la densidad de la población rural -"la mayor del mundo" tras Bangladesh-, "la lucha es, sobre todo, por los recursos, por la tierra", y propuso un "miniplán Marshall" para ayudar a las poblaciones a reconstruir y desarrollar "juntas" sus países.Pero la idea de Sahnoun -en su opinión, "la única solución para sacar a estos países de una situ...

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Antes de abandonar su cargo de enviado especial de la ONU en los Grandes Lagos africanos, en diciembre pasado, el diplomático argelino Mohamed Sahnoun mostró su inquietud por el constante derramamiento de sangre en Burundi y Ruanda. Sahnoun explica que, dada la densidad de la población rural -"la mayor del mundo" tras Bangladesh-, "la lucha es, sobre todo, por los recursos, por la tierra", y propuso un "miniplán Marshall" para ayudar a las poblaciones a reconstruir y desarrollar "juntas" sus países.Pero la idea de Sahnoun -en su opinión, "la única solución para sacar a estos países de una situación desesperante"- no cuajó en la ONU. "Si no hay un compromiso de la comunidad internacional, se corre el riesgo de presenciar una crisis crónica, incluso una nueva guerra civil". El ex enviado de la ONU cree que el "primer error" de la comunidad internacional fue "la gestión de los países de los Grandes Lagos en torno al aspecto étnico".

A Sahnoun le inquieta la situación en Burundi. Advierte que hay que evitar que los campos de refugiados de Tanzania "se conviertan en una fuente de graves problemas" para las relaciones entre los dos países. En Burundi, afirma, "el mundo asiste, impotente, a una sangría continua con el añadido de sanciones económicas discutibles ya que afectan sobre todo a la población civil. En referencia a Ruanda, Sahnoun insiste en "una verdadera responsabilidad" de la comunidad internacional: "Hay que reconocer que tuvimos errores de gestión bastante graves, antes, durante y tras el genocidio". Ahora, tehiendo en cuenta que Kigali aceptó el regreso de más de un millón de refugiados hutus, el país necesita ayuda para poder integrarlos en la economía, e impedir que la gente "alimente el espíritu de venganza: si los refugiados se sienten seguros, si tienen la esperanza de instalarse y de ver a sus hijos ir a la escuela, ya no pensarán en involucrarse en nuevos conflictos".

Quien es calificado como "la única persona en la ONU con un conocimiento perfecto de África", muestra una gran comprensión hacia los dirigentes regionales que tomaron el poder por la fuerza. "Hay que ver contra quién lucharon", afirmó. "Representan una mejora frente a los Gobiernos que derrocaron". Según él, se podría criticar la toma del poder por las armas "si hubiera existido la posibilidad de cambiar a estos regímenes por la vía política; pero no existía". Shanoun insiste en que, a pesar de todo lo que se les puede reprochar, los nuevos regímenes "han mostrado, en su mayoría, una verdadera voluntad, ciertamente gradual y tímida, pero una voluntad de tomar medidas para la liberalización".

Bajo la influencia del presidente ugandés, Yoweri Museveni, asistimos, explica Shanoun, a "la sustitución gradual de las oligarquías político-militares tradicionales por una élite política modernista". Esta "nueva generación de líderes africanos" aborda la reforma económica antes de pensar en la democracia "en el sentido occidental". El diplomático considera que "han conseguido crear cierto grado de prosperidad y cierta actividad económica e industrial". Para él, la comunidad internacional tiene la responsabilidad de "señalar las insuficiencias" de los nuevos Gobiernos, pero "es demasiado pronto para juzgarlos. Concedámosles el beneficio de la duda".

Le Monde / EL PAÍS

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