600 profesores voluntarios dan clase a niños enfermos en sus domicilios

El programa, creado por Funcoe, se aplica en cinco comunidades

Iván no ha perdido el curso, a pesar de que un traumatismo craneal lo puso fuera de juego el pasado domingo de Resurrección. Correteaba por un polideportivo, atardecía y el sol le daba de frente. No vio un cable situado a la altura del cuello, que lo detuvo en seco y lo tiró violentamente hacia atrás. Dio con la cabeza en el suelo de aquella antigua pista de tenis. El cable le dejó una minúscula cicatriz en el cuello, pero el traumatismo del impacto con el suelo le dejó varios meses paralizado el lado derecho del cuerpo. Ahora está bien, se ha recuperado y va al colegio, pero no todos los ...

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Iván no ha perdido el curso, a pesar de que un traumatismo craneal lo puso fuera de juego el pasado domingo de Resurrección. Correteaba por un polideportivo, atardecía y el sol le daba de frente. No vio un cable situado a la altura del cuello, que lo detuvo en seco y lo tiró violentamente hacia atrás. Dio con la cabeza en el suelo de aquella antigua pista de tenis. El cable le dejó una minúscula cicatriz en el cuello, pero el traumatismo del impacto con el suelo le dejó varios meses paralizado el lado derecho del cuerpo. Ahora está bien, se ha recuperado y va al colegio, pero no todos los días. "Lo que más me preocupaba era no perder clases para poder seguir con mis amigos. Y Maite me ha ayudado", dice el niño, que tiene ahora nueve años y estudia 4º de Primaria.

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Maite Palomo es una de las 600 personas que trabajan como profesores voluntarios en España, en el programa de atención domiciliaria a niños enfermos creado por la Fundación Cooperación y Educación (Funcoe). Es licenciada en Sociología, madre de dos hijos, de 11 y 19 años, y da a Iván nueve horas de clase distribuidas en tres días a la semana.

Cuando la madre de Iván, Pilar Manzano, oyó hablar de este programa, no paró hasta que le mandaron a casa a Maite. Fue 15 días después del accidente, poco después de que el niño saliera del hospital Gregorio Marañón de Madrid. Ahora está encantada. "Hubiera sido imposible que Iván no perdiera el curso sin esta ayuda, y a mí me daba mucho ánimo hablar con ella y ver que el niño avanzaba", dice Pilar.

Tres o cuatro meses

El niño ha vuelto al colegio este curso y su profesora particular le sigue ayudando, porque normalmente se continúa con estas clases los tres o cuatro meses siguientes a la incorporación de los niños al colegio.El programa está dirigido a niños enfermos que no pueden asistir de forma regular al colegio a causa de alguna enfermedad. Funcoe lo puso en marcha hace cuatro años. Hoy funciona gracias a un convenio firmado hace dos años entre el Ministerio de Educación, Funcoe y Unicef.

En España hay unos 10.000 niños infectados por el virus del sida y unos 500 con el sida ya desarrollado (según datos de la Fundación Antisida), 150 de cada 10.000 niños de menos de 14 años tienen cáncer y alrededor de 500 menores son atendidos cada año en grandes hospitales de lesiones a causa de accidentes. La mayoría de estos niños pasan largos periodos de tiempo en sus casas, y sólo les es posible continuar con sus estudios con la ayuda de profesores particulares, que sus familias no pueden costear.

La lista de las enfermedades que cubren es amplia: desde cáncer y sida, pasando por problemas traumatológicos o de riñón, hasta los llamados niños púrpura (que padecen una enfermedad de la piel) o con huesos de cristal (osteoporosis).

Más de 600 profesores trabajan voluntariamente para hacer posible esta atención domiciliaria. Su perfil es peculiar. Son bastante jóvenes (de 25 a 30 años) o muy mayores (ya jubilados), y el 60% de ellos son mujeres. Estos profesores prestan ayuda cada año a unos 250 niños de distintas poblaciones de España. El programa se inició en las comunidades de Madrid, Castilla-La Mancha y Castilla y León, pero este curso se ha ampliado a la Comunidad Valenciana y Cantabria.

Para inscribirse como voluntario de este programa hace falta tener la diplomatura de Maestro o ser licenciado y haber realizado el Curso de Adaptación Pedagógica (CAP). "Se apuntan voluntarios con titulaciones muy diversas", cuenta la presidenta de Funcoe, Purificación Llaquet. "Tenemos maestros de educación especial, matemáticos, ingenieros, pedagogos y también profesores de idiomas. La colaboración de estos últimos es especialmente importante para ayudar a los niños con las clases de inglés".

Llaquet explica que aunque la cifra de 600 voluntarios parece muy elevada, en realidad son necesarios más: "Cuantos más tengamos, más rápidamente podemos atender a los niños, ya que, para ellos, un retraso de un par de meses en la atención es importantísimo: hace que les cueste mucho más recuperar todo lo que han perdido a causa de la enfermedad".

Una vez que los profesores son seleccionados, deben asistir a un curso de 10 a 20 horas a modo de "formación de choque" para adaptarse a este tipo de enseñanza. Cuando empiezan las clases, los voluntarios pueden proponer que se organicen seminarios sobre las materias con las que tienen más problemas. El problema es encontrar asistencia para los niños que viven en pueblos alejados de las grandes ciudades, puesto que los coordinadores de este proyecto intentan buscar profesores que vivan en la misma población que los niños, aunque se les paga el transporte.

El Ministerio de Asuntos Sociales subvenciona el programa con cinco millones de pesetas anuales. En cuanto a los exámenes de los estudiantes, los responsables de la inspección median para que los colegios acepten trabajos a los niños y para que adapten las pruebas a las situaciones de estos alumnos.

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