LOS ESTRAGOS DE LA NEVADA

La estación de metro de Atocha abre sus puertas a los indigentes

El frío llenó ayer los albergues municipales de Madrid. Pero esta afluencia masiva de indigentes no sorprendió a la concejalía de Servicios Sociales, que desde el 14 de noviembre mantiene abierta la denominada campaña contra el frío. Este dispositivo, en el que colaboran la Policía Municipal y el Samur, se activa los días con bajas temperaturas y conjuga tanto la recogida de indigentes por las calles (ayer fueron atendidos 22), como la ampliación de plazas en los albergues municipales (San Isidro y Mayorales, con capacidad para 285 y 220 personas, respectivamente) y en los religiosos (San Juan...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

El frío llenó ayer los albergues municipales de Madrid. Pero esta afluencia masiva de indigentes no sorprendió a la concejalía de Servicios Sociales, que desde el 14 de noviembre mantiene abierta la denominada campaña contra el frío. Este dispositivo, en el que colaboran la Policía Municipal y el Samur, se activa los días con bajas temperaturas y conjuga tanto la recogida de indigentes por las calles (ayer fueron atendidos 22), como la ampliación de plazas en los albergues municipales (San Isidro y Mayorales, con capacidad para 285 y 220 personas, respectivamente) y en los religiosos (San Juan de Dios, San Martín de Porres ... ). La novedad, ayer, consistió en la decisión municipal de abrir la estación de metro de Atocha para que aquellas personas que no quisieran acudir a un centro municipal o religioso pudiesen pasar allí la noche. Para ello se habilitó un pasillo de 100 metros cuadrados y apartado del tránsito de viajeros. Esta zona, con vigilantes privados, permanecerá abierta desde las diez de la noche hasta las ocho de la mañana (tres horas más que el año pasado).En el albergue de San Juan de Dios había anoche más ajetreo que cualquier otro día del año. La ola glacial llenó las 270 camas. Allí buscaban cobijo inmigrantes, parados, solitarios, rebeldes, desempleados, alcohólicos y decenas de ciudadanos anónimos que no tienen un lugar donde dormir. Ayer llegaron 40 nuevos inquilinos.

Más información

Los religiosos de la orden de San Juan de Dios les recibieron con los brazos abiertos. Sólo prohíben el paso a mujeres. "Es una tradición", explica sin más uno de los 30 voluntarios que trabajan en el albergue.

Comida por cuenta de uno

A todos los visitantes les espera una cama, la cena y el desayuno. La comida corre por cuenta de cada cual. En cada habitación hay cinco camas. Inexorablemente todos deben asearse y, en especial, limpiarse los pies para evitar infecciones.Victoriano García, director del centro, nunca tiene que recibir a vagabundos: "El indigente que está acostumbrado a la calle permanece en ella aunque caigan copos como los de hoy", dice García. "La nieve y el frío son el principal motivo por el que se llena el albergue pero los que vienen no son vagabundos. Al contrario es gente con problemas y con malos tragos de los que recuperarse", agrega.

A los inquilinos les cuesta confesar su identidad. Juan, así quiere que le conozcan, tiene argumentos suficientes para mantenerse oculto: "Es que mi familia no sabe que paso las noches en este lugar", comenta. "Estoy separado sabes, la bebida y esas cosas. Ahora me buscó la vida y aquí encuentro afecto". Víctor duerme allí desde hace 11 días: "Se murieron mis padres y fui a vivir con mi hermano y mi cuñada. Discutí con ellos y ahora estoy aquí".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En