El asesinato de un niño rompe la ley del silencio en el sur de Italia

Diez mil personas, entre ellas centenares de niños, recorrieron ayer las calles de Cicciano, una localidad próxima a Nápoles, en señal de repulsa por el atroz asesinato de un niño de nueve años, Silvestro Della Cave, a manos de tres pederastas del mismo pueblo. Junto a frases de condena contra los asesinos y de recuerdo a la víctima, algunas pancartas pedían el fin del silencio cómplice que ha estado a punto de impedir la detención de los culpables.

Durante días, desde la desaparición del pequeño Silvestro Della Cave el pasado 8 de noviembre, la policía intentó inútilmente reconstru...

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Diez mil personas, entre ellas centenares de niños, recorrieron ayer las calles de Cicciano, una localidad próxima a Nápoles, en señal de repulsa por el atroz asesinato de un niño de nueve años, Silvestro Della Cave, a manos de tres pederastas del mismo pueblo. Junto a frases de condena contra los asesinos y de recuerdo a la víctima, algunas pancartas pedían el fin del silencio cómplice que ha estado a punto de impedir la detención de los culpables.

Durante días, desde la desaparición del pequeño Silvestro Della Cave el pasado 8 de noviembre, la policía intentó inútilmente reconstruir los últimos pasos de la víctima, sin obtener la menor colaboración de los vecinos.Los tres presuntos culpables, Andrea Alloca, de 70 años, temido jefe de un clan familiar, y sus dos yernos, Pio Trocchia, de 42 años, y Gregorio Sommese, de 43 años, fueron detenidos al ser interceptada una conversación entre éste último y Andrea Alloca en la que se mencionaban detalles macabros sobre el crimen.

A partir de ahí la policía ha reconstruido los hechos y el final atroz del pequeño Silvestro, asesinado a patadas y puñetazos en el apartamento de Andrea Alloca el mismo día de su desaparición.

Sobre la base de las declaraciones de los detenidos se ha podido saber que el asesinato no se produjo de forma casual, sino que el viejo Alloca, un tipo temido al que sus propias hijas califican de "diablo", abusaba del pequeño Silvestro desde hacía meses. Ante el temor de que el pequeño cumpliera su amenaza de contárselo todo a su padre, el anciano Andrea Alloca decidió acabar con él. El propio detenido confesaría después haber descuartizado y quemado el cadáver meticulosamente para evitar dejar huella.

Nadie, durante el tiempo que duró el calvario de Silvestro Della Cave, vio nunca al niño en compañía de su asesino. Los padres del pequeño, destrozados por la tragedia, han declarado a la policía y a los periodistas que no había nada anómalo en la conducta de su hijo, que jamás sospecharon la horrenda verdad de la relación establecida por Andrea Alloca.

Ninguna pista

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Ni los vecinos del viejo homicida, ni los compañeros de escuela del pequeño Silvestro, ni los amigos, nadie vio nunca nada anormal, nadie ofreció una pista, por pequeña que fuera, a la policía.Todos estos elementos, en el contexto de una región donde se respira el aire pesado de la omertá, han hecho del caso de Silvestro Della Cave un motivo de reflexión nacional en Italia. Psicólogos, criminólogos, y ciudadanos de a pie han reclamado mayor dureza en la legislación penal de este país contra los pederastas.

La policía ha pedido a los ciudadanos colaboración para perseguir y detener a los culpables de delitos contra los menores de edad, al tiempo que optaba por reabrir la investigación medio abandonada sobre otros 186 niños desaparecidos en la misma región, -el Napolitano- donde vivía Silvestro Della Cave.

L'Osservatore Romano, órgano de prensa del Vaticano, ha entrado en la polémica solicitando más vigilancia y más atención en las escuelas. Y hasta el Gobierno ha llegado una propuesta que será estudiada hoy para convertir a los objetores de conciencia en una especie de vigilantes de las escuelas. Sería una forma, consideran algunos expertos, de detener el pánico.

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