Tribuna:

Historia

Nietzsche profetizó que la verdad teológica, científica, objetiva, iba a degenerar en opinión pública, de manera que no serían los filósofos quienes sabrían si el Papa es infalible, sino la opinión pública; no serían los antropólogos quienes sabrían si hay razas superiores, sino la opinión pública; no serían los lingüistas quienes sabrían si dos lenguas son la misma, sino la opinión pública.En consecuencia, un siglo más tarde es la opinión pública quien decide si hay que condenar o no a un diputado, a un banquero, a un juez o a un pederasta, mucho antes de que los jueces intervengan. La tarea ...

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Nietzsche profetizó que la verdad teológica, científica, objetiva, iba a degenerar en opinión pública, de manera que no serían los filósofos quienes sabrían si el Papa es infalible, sino la opinión pública; no serían los antropólogos quienes sabrían si hay razas superiores, sino la opinión pública; no serían los lingüistas quienes sabrían si dos lenguas son la misma, sino la opinión pública.En consecuencia, un siglo más tarde es la opinión pública quien decide si hay que condenar o no a un diputado, a un banquero, a un juez o a un pederasta, mucho antes de que los jueces intervengan. La tarea de los tribunales de justicia se limita a interpretar la opinión pública lo más ajustadamente posible, sobre todo en aquellos casos en los que se produce "alarma social". Todo el sistema mediático y todo el entramado de los partidos colabora en establecer que no hay más fuente de verdad que la opinión pública, sobre todo porque la opinión pública sólo existe a través del sistema mediático y el entramado de los partidos, de manera que es el sistema mediático y el entramado de los partidos quien decide lo que es verdadero o falso en cada caso.

Los sabios son ahora funcionarios a sueldo de un sistema mediático o de un entramado de partido, y si alguien lo duda, vea cuál es la verdadera historia de España, Cataluña, Galicia o el País Vasco, cuyo pasado se modifica según el resultado de las elecciones y del apoyo mediático.

No hay nada que objetar a todo ello, pero entonces la investigación y el estudio deben politizarse por completo, y el cuerpo de profesores, como acertadamente ordenó Hitler, ha de imitar al cuerpo de policía en su denodada búsqueda de la verdad. A ver si de una vez aparece un GAL de historiadores.

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