Tribuna:VISTO / OÍDO

Huesos de santo

Éste es el mes de José Antonio Primo de Rivera y de Franco: meses de muertos. Se preparan esquelas, discursos, concentraciones y misas. Flores sobre las lápidas: que son más lápidas que nunca. Se escucharán unos a otros los cuatro oradores, sus hijos -mentales- darán algo de susto -o más- a pobres chicos de pelo largo o de atavío blando, o a algún mendigo oscuro, y se agazaparán hasta el año que viene.Es interesante ver cómo la fusión del Movimiento franquista informa un fondo de España a condición de que no se nombren sus fundadores. Primo de Rivera fue ya traicionado en Salamanca por el fran...

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Éste es el mes de José Antonio Primo de Rivera y de Franco: meses de muertos. Se preparan esquelas, discursos, concentraciones y misas. Flores sobre las lápidas: que son más lápidas que nunca. Se escucharán unos a otros los cuatro oradores, sus hijos -mentales- darán algo de susto -o más- a pobres chicos de pelo largo o de atavío blando, o a algún mendigo oscuro, y se agazaparán hasta el año que viene.Es interesante ver cómo la fusión del Movimiento franquista informa un fondo de España a condición de que no se nombren sus fundadores. Primo de Rivera fue ya traicionado en Salamanca por el franquismo y la unificación (antes su aniversario era día de fiesta). Los que querían mantener su doctrina original se quedaron sin cargos: otros la mantuvieron en su fuero interno pero se adhirieron a los cargos: una mayoría. Quizá hicieron bien: España no da mucho más de sí que para hacerse con el dinero y con algunas posibilidades de poder, aunque sea sobre un ujier y dos secretarias viejas. El falangismo tuvo su peor momento en vísperas de la guerra, con el pistolerismo de ilustres señoritos, y al principio de ella con los paseos que practicó en su zona. Luego ya se hicieron cargo de la represión, metódicamente, las fuerzas franquistas. Fueron peores. Al final se conformaron con los grandes uniformes y los títulos llamativos, de gran canciller o de rector magnífico y con las prebendas de sindicatos o alcaldías. Después de todo, eso ya había pasado en Italia. Cuando ellos decían que "murieron los mejores", tenían razón: los que más se entregaron, los que dieron la cara. Quedaron los peores. Los que se hicieron franquistas.

Recordar mal a Franco en su aniversario o ensalzarle son dos injusticias. No estaba solo: era todo un régimen, toda una casta. Hombres para todas las estaciones, como se dijo alguna vez de Thomas Becket: pero a santo le asesinaron en la catedral, frente al altar. No pienso sólo en Fraga como arquetipo, sino en los que tienen más poder que Fraga. Pienso en los que tienen la misma complexión ideológica desde mucho ante que Franco y la han tenido después: los de siempre: Los que ahora no van a visitar las lápidas y encuentran que ese trozo de cuarenta años españoles es algo de lo que ni siquiera se debe hablar, porque es un fragmento de historia agotada: pero se inclinan, como Franco, ante Felipe II o los Reyes Católicos. Los muertos de noviembre no hubieran pensado nunca en Cánovas: pero es verdad que se trata de un eslabón en la cadena.

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