Getafe se cala la visera verde

200 objetores de conciencia difunden entre los vecinos nociones de ecología y civismo

De una semana a esta parte, una legión de jóvenes se ha echado a las calles de Getafe (143.000 habitantes) con un bloc de notas por todo equipaje y un signo distintivo común: esas simpáticas gorritas verdes y azules que les confieren un cierto aspecto alegre y jovial. No es que la ciudad sureña asista al súbito nacimiento de una nueva, tribu urbana, no; la colorista -y pacífica- procesión de las viseras esmeralda la componen 200 objetores de conciencia a los que el Ayuntamiento ha confiado labores de divulgación medioambiental, una iniciativa hasta ahora inédita entre las administraciones loca...

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De una semana a esta parte, una legión de jóvenes se ha echado a las calles de Getafe (143.000 habitantes) con un bloc de notas por todo equipaje y un signo distintivo común: esas simpáticas gorritas verdes y azules que les confieren un cierto aspecto alegre y jovial. No es que la ciudad sureña asista al súbito nacimiento de una nueva, tribu urbana, no; la colorista -y pacífica- procesión de las viseras esmeralda la componen 200 objetores de conciencia a los que el Ayuntamiento ha confiado labores de divulgación medioambiental, una iniciativa hasta ahora inédita entre las administraciones locales de la región.La idea empezó a fraguarse hace algo más de un año. Por entonces, la concejalía local de Medio Ambiente había llegado a la conclusión de que los consistorios desaprovechaban la prestación social de los objetores con anodinos cometidos burocráticos. Era hora de aprovechar, por tanto, esos efectivos humanos mortalmente aburridos en los despachos con labores útiles y dinámicas: misiones más a pie de calle que a pie de teléfono. Los interesados, todos ellos vecinos de Getafe, han acogido las novedades con buen ánimo. Cierto que, al principio, lo de patrullar con la gorrita les cohibía un poco. "Pero lo bueno es que los horarios son flexibles y se puede seguir estudiando sin problema", precisó un portavoz del grupo.

Antes de pisar el asfalto, los chicos verdes de la ciudad reciben un cursillo sobre ordenanzas municipales. Allí aprenden, por ejemplo, los horarios de _recogida de basura o la muy restrictiva normativa local sobre publicidad en la calle: los anuncios sólo pueden colocarse en unos espacios habilitados específicamente a tal fin, nunca en cualquier pared.

Luego, ya con la libretilla en la mano, estos muchachos han de anotar cualquier anomalía que florezca ante sus ojos, ya sea un foco de suciedad, un banco deteriorado, un enojoso excremento canino o la utilización inadecuada de los contenedores. Puede dar fe un frutero de la calle de Toledo que el jueves se disponía a tirar a la basura media docena de cajas justo delante de un chico de la patrulla verde. "A cien. metros tiene un contenedor de cartón", le sugirió el objetor. Y el hombre, de buen grado, se dio el paseo.

"Estos jóvenes no tienen ninguna potestad sancionadora", aclara el edil de Medio Ambiente, Joaquín Jiménez, de IU: "Son meros observadores a los que, cualquier vecino puede acudir cuando le surja alguna duda". Para que su localización sea más sencilla, el Ayuntamiento va a completar su uniforme con unos nada discretos chalecos azules y verdes con un ribete amarillo. "La idea es que se les vea bien", precisó la diseñadora municipal.

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