FÚTBOL: SEGUNDA JORNADA DE LIGA

El Atlético se sale

Los rojiblancos completan una noche fantástica de fútbol y goles ante el Valladolid

Una máquina. El Atlético fue una máquina, un equipo completo que dominó todas las suertes del juego, las de defensa y las de ataque, las del vértigo y las de la pausa. Conquistó con una autoridad casi insultante cada centímetro del césped y aplastó al Valladolid sin descanso, con una voracidad desproporcionada. Quiso siempre más y más el Atlético, como si toda la fantasía que estaba dejando sobre el campo le supiera a poco, a nada. El Calderón contempló la escena perplejo y emocionado, reventando a aplaudir lances y lances. Si conserva intacto el hambre por divertir y divertirse, si sus pierna...

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Una máquina. El Atlético fue una máquina, un equipo completo que dominó todas las suertes del juego, las de defensa y las de ataque, las del vértigo y las de la pausa. Conquistó con una autoridad casi insultante cada centímetro del césped y aplastó al Valladolid sin descanso, con una voracidad desproporcionada. Quiso siempre más y más el Atlético, como si toda la fantasía que estaba dejando sobre el campo le supiera a poco, a nada. El Calderón contempló la escena perplejo y emocionado, reventando a aplaudir lances y lances. Si conserva intacto el hambre por divertir y divertirse, si sus piernas resisten semejante ritmo de vida, este Atlético se sale.El partido se despertó con una noticia sospechosa, la titularidad de Bogdanovic, el único de los fichajes que no había demostrado hasta las fechas grandes cosas. El yugoslavo, sin embargo, desmintió el rumor de la grada a las primeras de cambio. No tiene la grandeza de Juninho o Kiko, Pero trabaja a destajo y hace goles. Dos ayer: sin complicarse la vida, buscando el desmarque, perfilándose ante la pelota y buscando el sitio justo donde ponerla. Brilló a su manera Bogdanovic. Y brillaron a la suya, uno a uno, todos sus compañeros. Con Juninho y Kiko, a la cabeza.

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El brasileño y el español son el verdadero toque de distinción de este equipo, los que convierten una simple noche de fútbol en un juego de luces y magia. Ayer, para prolongar la rueda de grandes noticias para el colchonerismo, hasta conectaron en dos o tres jugadas para enmarcar. Son diferentes, pero los dos, transmiten la misma sensación de futbolista puro. En cuanto la pelota se acerca a cualquiera de ellos, la grada se convierte en un murmullo.

Juninho y sus eléctricos eslalons (el día que consiga, terminar uno en gol pone boca abajo el campo), Kiko y su portentoso juego de control y pase, Lardín y sus carreras por la banda... El Atlético volvió a anunciarse prometedor de medio campo hacia adelante. Pero eso no fue todo, ni siquiera lo más importante. El equipo está muy armado en la zona de atrás, menos agradecida y no tan ruidosa. Santi y Andrei forman un tándem irrompible, con gusto hacia el balón y mala cara hacia el adversario. Y Vizcaíno, siempre Vizcaíno, es como una bendición. Ante el Valladolid se hartó de robar el balón y de darle luego una salida aseada. No pierde nunca la cara al partido y ayer hasta se destapó en facetas a las que acostumbra a renunciar: su envío largo a Lardín en el segundo gol fue simplemente soberbio. Hasta Antic se dejó llevar y le piropeó en voz alta durante la conferencia de prensa pospartido.El Valladolid lo intentó de todas las maneras, pero nunca se encontró a sí mismo. No existió. Nunca se sabrá si debido, como sostiene su entrenador, a que le faltó motivación y orden, o simplemente a que el Atlético, que le pasó por encima, no le permitió hacer más. En cualquier caso, pasa por evidentes problemas defensivos que Cantatore debe resolver con urgencia. Tal vez, recuperando la defensa de cinco que tan buen resultado le dio en el curso pasado.En plena borrachera de fútbol y goles, con el Calderón hirviendo de excitación, Antic regaló a su gente 20 minutos de Futre. O sea, la apoteósis. No aportó gran cosa al juego el portugués, pero fue un elemento indispensable en la liturgia del partido. En una noche tan puramente rejiblanca no podía faltar la estampa de Futre, el símbolo de la casa. No es ni la mitad de lo que fue, pero el Calderón lo sigue venerando cómo si lo fuera.Finalmente, y para redondear la fiesta, el partido decidió reparar en el único rojiblanco que había permanecido hasta entonces en el más absoluto anonimato: Molina. Con el partido ya desencajado, en los desordenados minutos finales, el guardameta le sacó sucesivamente a Edú un mano a mano claro y a Juan Carlos un tiro envenenadísimo.El Atlético promete. Cada vez quedan menos dudas.

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