La 'batalla del Oder'

Noche y día se lucha para fortalecer los diques, que sufren filtraciones sin cesar

La lucha de 9.000 efectivos del Ejército federal alemán, 14.000 voluntarios, bomberos y policías se asemeja cada vez más al trabajo de un Sísifo que sube una y otra vez la montaña con su carga. Noche y día luchan para fortalecer los diques, donde sin cesar surgen nuevas filtraciones, que obligan a intensificar el trabajo. Al mismo tiempo, la situación de emergencia saca a relucir tanto actos de solidaridad y sacrificio como el egoísmo inevitable del sálvase quien pueda.Avanzada la noche del martes, en una taberna de Bad Freienwalde, a 70 kilómetros al norte de Francfort del Oder, en la ...

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La lucha de 9.000 efectivos del Ejército federal alemán, 14.000 voluntarios, bomberos y policías se asemeja cada vez más al trabajo de un Sísifo que sube una y otra vez la montaña con su carga. Noche y día luchan para fortalecer los diques, donde sin cesar surgen nuevas filtraciones, que obligan a intensificar el trabajo. Al mismo tiempo, la situación de emergencia saca a relucir tanto actos de solidaridad y sacrificio como el egoísmo inevitable del sálvase quien pueda.Avanzada la noche del martes, en una taberna de Bad Freienwalde, a 70 kilómetros al norte de Francfort del Oder, en la región del Oderbruch, la más afectada en Alemania por las inundaciones, sólo quedaban dos parroquianos que consumían en silencio sus cervezas. Uno de ellos, un anciano ya jubilado, lo tiene claro: "La culpa la tienen los sinvergüenzas que nos gobernaron antes del cambio [reunificación de Alemania]. Si se hubieran preocupado de los diques con el mismo cuidado que tenían con el muro de Berlín, no habría ocurrido esto".

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No le falta parte de razón al viejo, pero tampoco habría sido suficiente. El muro tenía más kilómetros que los que el Oder recorre a lo largo de la frontera entre Alemania y Polonia, pero habrían tenido que levantar casi siete metros para contener las aguas que estos días alcanzaron ese nivel. En el grupo de crisis formado en Francfort del Oder, el portavoz Helmut Otto relata lo inexplicable. El río crece en épocas de deshielo, en la primavera, "pero en estas fechas apenas tiene 1,60 de profundidad y hasta los ilegales que cruzan la frontera desde Polonia lo hacen a pie". Nadie podía esperar semejante riada. En algunas aldeas, los afectados se quejan de que no les hicieron caso cuando pidieron ayuda preventiva tras escuchar las noticias de lo que ocurría en la cabecera del Oder, en la República Checa y en Polonia.

El otro parroquiano de la taberna es uno de los evacuados. Topógrafo de profesión, de unos 35 años, vivía con su madre en la casa que tuvieron que abandonar. Dentro de la desgracia, no es de los que peor se encuentra. Por lo menos vive en casa de amigos, y no en un viejo cuartel con un montón de evacuados. Algunos de ellos contemplan con lágrimas en los ojos los telediarios, que presentan una y otra vez imágenes de la zona anegada por las aguas.

Muchos se resisten, con razón, a abandonar sus casas. "Aquí nací, aquí viví y aquí moriré", decía un anciano. El agricultor Joachim Schönfeld, en Kienitz. El terco agricultor asegura que no tiene miedo y se niega a abandonar su rebaño de 500 vacas. De nada le valen los argumentos sobre el peligro que corre. Schönfeld confía en que, llegado el caso, "mis vacas correran todo lo que puedan y seguro que también saben nadar".

En Altreetzer, los 400 vecinos también se niegan a evacuar la aldea. Una mujer asegura: "No saldremos, a no ser que nos lleven esposados". El martes, el canciller Helmut Kohl visitó el pueblo y tuvo que escuchar las quejas de los vecinos. Los soldados se dedican a tapar huecos como pueden en los diques, pero también a construir los llamados diques durmientes, un segundo dique encargado de contener las aguas si se rompe el primero. Los afectados, al ver que ese segundo dique se levanta más allá de su pueblo, se resisten a admitir esa situación que supondría dejarles anegados durante mucho tiempo para salvar otras zonas más alejadas. En Altreetzer, los vecinos amontonan sacos de arena para defenderse de las aguas y todos ponen manos a la obra. Los que no pueden cargar sacos preparan la comida.

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En la noche del martes, cientos de personas se ocupaban de tapar el dique en Hohenwutzen, a unos 100 kilómetros al noreste de Bad Freienwalde. El dique amenazaba con romperse. En las casitas de al lado, los vecinos habían colocado una barrera de sacos de arena en un frente de más de un kilómetro. No parece que puedan resistir mucho si el agua llegase con fuerza. Ayer, a las 15.20, la radio empezó a dar noticias alarmantes de que el dique en Hohenwutzen se había roto en 50 metros. A continuación, un dramático llamamiento a los vecinos de más de 30 pueblos para que evacuasen y se dirigiesen a los puntos asignados. Entre los pueblos que debían evacuarse figuraba Altreetzer.

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