LA SOLIDARIDAD, EN AUGE

La necesidad de sentirse útil

Numerosos ciudadanos destinan su tiempo a actividades de ayuda donde la recompensa es personal, no económica

Sentirse útil. En esas dos palabras se resume el principal motor que lleva a miles de personas a emplear su tiempo en organizaciones no gubernamentales de todo signo sin esperar remuneración. Con esa intención de echar un cable donde hace falta, Javier Sánchez Muñoz, un parado de 28 años, acude cada semana, desde hace cuatro años, a hacer compañía a un jubilado hemipléjico. Participa en el programa de ayuda a domicilio de Cruz Roja que atiende a 500 mayores solitarios. No friega, ni cocina, ése es un cometido que deben desempeñar los asistentes domiciliarios de los servicios sociales municipal...

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Sentirse útil. En esas dos palabras se resume el principal motor que lleva a miles de personas a emplear su tiempo en organizaciones no gubernamentales de todo signo sin esperar remuneración. Con esa intención de echar un cable donde hace falta, Javier Sánchez Muñoz, un parado de 28 años, acude cada semana, desde hace cuatro años, a hacer compañía a un jubilado hemipléjico. Participa en el programa de ayuda a domicilio de Cruz Roja que atiende a 500 mayores solitarios. No friega, ni cocina, ése es un cometido que deben desempeñar los asistentes domiciliarios de los servicios sociales municipales, a los que no debe completar.Cada vez que acude a la casa del jubilado relativiza sus propios problemas. El trato con este hombre de movilidad reducida le ha concienciado sobre las barreras arquitectónicas. "Desde que sales con él de casa, un tercer piso sin ascensor, ves que todo son obstáculos", matiza.

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Cree que el voluntariado es un movimiento en auge, "como demuestran movilizaciones como las del 0,7". Pero en esa explosión solidaria ve alguna nube: "Hay un tipo de voluntario muy cómodo, que desempeña esa tarea un día porque tiene tiempo, pero sin implicarse", añade.

Falta de compromiso

En el programa de mayores, en el que colabora siempre, hay más peticiones de ayuda que voluntarios. "Es que te tienes que comprometer por un tiempo porque sería negativo para los ancianos que por sus casas pasase todo un rosario de personas", añade. Para Sánchez otro de los riesgos es que los voluntarios llenen huecos que debiera cubrir personal contratado por las instituciones."Algunos acusan a las ONG de ser la vacuna del sistema, pero creo que, pese a todo, es mejor que existan". Quien así habla es José Manuel Gallego, un arquitecto que lleva dos años colaborando con Sodepaz, una organización federal con una década de existencia que desde su sede de Madrid recauda fondos para proyectos desempeñados por asociaciones locales de distintos países latinoamericanos. "Vi un anuncio sobre viajes de brigadistas a Latinoamérica y me llamó la atención leer que era para ayudar en proyectos de rehabilitación de edificios, que es mi especialidad, me pareció que era más eficaz ayudar desde lo que conoces y aquí sigo", explica.

"Los proyectos que apoyamos los desempeña la propia gente del lugar, nuestra tarea es conseguir aquí subvenciones para ponerlos en marcha y luego realizun seguimiento para lo que, aprovechando cada viaje de brigadistas, los visitamos", añade. Este verano volará varias semanas a Cuba con uno de estos grupos, para, en colaboración con los ecologistas de Aedenat y los técnicos de Cubasolar, participar en un proyecto de rehabilitación y electrificación con energía solar de pequeños consultorios médicos en Sierra Maestra. "Vamos a aprender y a aportar lo que podamos, no de estrellas invitadas", apostilla. Su temor es que las ONG acaben convirtiéndose en empresas.

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Ángeles Pérez, una diplomada en trabajo social en paro, de 29 años, conoce bien, desde hace dos meses, el poblado marginal del Cerro de las Liebres, en Fuencarral. Allí acude todos los lunes durante tres horas con la furgoneta de Médicos del Mundo que intercambia jeringuillas, reparte preservativos y da información sobre los programas sociales a los toxicómanos que acuden a los prefabricados a comprar droga. "Cuando estudiaba hice prácticas en un centro de atención a drogodependientes y me pareció un trabajo muy interesante, leí en la prensa que necesitaban voluntarios y me apunté", añade. Reconoce que le gustaría trabajar en el campo donde ahora colabora.

Lucha contra el cáncer

Carolina Peña, una estudiante de Ciencias Políticas de 25 años, afirma que le "apasiona" colaborar con la Asociación de Lucha contra el Cáncer. "Me gusta sentir que alguien me necesita y que puedo saciar su necesidad", afirma. "Desde hace dos años y medio ayudo en tareas administrativas, en cuestaciones y atiendo el teléfono Infocáncer", añade."El auge del voluntariado me parece muy positivo, aunque es verdad que algunos colaboran con las ONG para tener experiencia a la hora de buscar trabajo, yo eso no lo veo lógico, aunque lo puedo entender", concluye.

A Antonio Mora, de 39 años, no le abrió los ojos un anuncio, sino el caso cercano de un amigo que murió de sida. Desde hace un año participa en Nexus, un grupo del Colectivo de Gays y Lesbianas de Madrid (Cogam) que atiende a enfermos de VIH.

De Nexus forman parte ahora mismo 20 personas. Cada una se hace responsable de conocer las necesidades de un enfermo y se reparten su atención. Deben dedicar al menos dos horas semanales a este fin. "Nuestro cometido es tanto hacer compañía como prestar asistencia directa (comida, limpieza ... )", añade. "El auge del voluntariado tiene que ver con la crisis de las grandes ideologías que han llevado a muchas personas de izquierdas a ensayar pequeñas actuaciones en su entorno, donde los cambios sean efectivos ", matiza.

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