Los poderes políticos, incapaces de frenar el integrismo islámico en la sociedad egipcia

Los tribunales echan por tierra medidas como la prohibición de la castración femenina

El integrismo islámico violento pierde peso en Egipto por el control policial y militar, pero el sociológico, desde hace años, y poco a poco, va ganando terreno en las instituciones, en las organizaciones legales en los tribunales, así como entre la población más desprotegida, a la que ofrece una aIternativa no sólo religiosa, y a menudo soluciones a sus problemas diarios que el Estado no resuelve. La reciente anulación de la prohibición de practicar la ablación en los hospitales públicos es un ejemplo de la situación. La preocupación crece entre los sectores laicos y liberales.

Yusef e...

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El integrismo islámico violento pierde peso en Egipto por el control policial y militar, pero el sociológico, desde hace años, y poco a poco, va ganando terreno en las instituciones, en las organizaciones legales en los tribunales, así como entre la población más desprotegida, a la que ofrece una aIternativa no sólo religiosa, y a menudo soluciones a sus problemas diarios que el Estado no resuelve. La reciente anulación de la prohibición de practicar la ablación en los hospitales públicos es un ejemplo de la situación. La preocupación crece entre los sectores laicos y liberales.

Yusef el Badri, un jeque barbudo que tiene a gala ser el látigo de los infieles, pleiteador casi profesional desde hace años y que se ha erigido en el defensor de las más puras esencias islamicas en Egipto, según el concepto más conservador de esta religión, sonreía victorioso el martes pasado después de que el Tribunal Administrativo de El Cairo anulase una orden del Ministerio de Sanidad por la que se prohibía la práctica de la mutilación genital femenina en los hospitales públicos. Unos días antes, una niña de 13 años, una más, moría en un hospital público, donde su familia la había llevado para practicarle la ablación del clítoris, al no resistir la anestesia.Parece que tan sólo hay que apelar al islam, al Corán o a la sunna, los dichos del profeta Mahoma y cuya interpretación varía dependiendo de países, de sectas y de escuelas teológicas, para que los argumentos de abogados y jeques bien conocidos como defensores de unas supuestas puras esencias islámicas sean aceptados. Si el Estado egipcio combate al integrismo violento con todas las armas de que dispone, al llamado moderado sólo lo combate cuando trata de meterse en política, pero se muestra incapaz de afrontarlo social o intelectualmente, bien sea por impotencia o para evitar otros estallidos sociales.

Los sectores laicos y liberales de la sociedad egipcia, sobre todo la activa Organización Egipcia de Derechos Humanos (OEDH), observan cómo grupos individuales, respaldados por las instancias islámicas del Estado, consiguen sus propósitos en los continuos pleitos y demandas que presentan ante los tribunales. Intelectuales, profesores, literatos, artistas e incluso filósofos y estudiosos de reconocido prestigio islámico son el blanco de los integiistas.

Fanáticos

Estos fanáticos no matan directamente, pero sus acusaciones sí 'lo hacen, como en el caso del escritor Farag Fuda, asesinado en 1992 tras ser acusaclo de apóstata. Otros intelectuales tuvieron que tomar el camino del exilio e incluso el puñal ejecutor de estos grupos "religiosos" tajó el cuello del anciano Naguib Mahfuz, premio Nobel de Literatura, que sobrevivió a un atentado en 1994. El agresor fue sentenciado a muerte y ejecutado, quizá porque la fatwa, el decreto islámico que condenó a muerte a Mahfuz, fue dictada por Omar Abdel Rahim, encarcelado de por vida en EE UU por su implicación en el atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York en 1992 y condenado en rebeldía en Egipto, donde se le considera el líder espiritual de la Garraa Islamiya, el grupo más violento de integristas islámicos.En septiembre de 1994, durante la Conferencia de Población que se celebraba en El Caíro, la cadena de televisión CNN filmó, con el beneplácito de la familia y a cambio de tina cantidad de dinero, la escisión del clítoris de una niña practicada por un barbero, como suele ser bastante habitual. El escándalo que provocó no se debió a la mutilación en sí, sino a que la difusión de tal operación en el extranjero suponía, decían, un insulto para la imagen de Egipto.

Convencido de que la mutilación genital femenina nada tiene que ver con el islam ni con el mundo árabe, sino que es una costumbre importada de África, elministro egipcio de Sanidad, Ismail Salam, inició una campaña contra tal práctica y, hace un año, la prohibió en los hospitales públicos, pero El Badri y sus mentores recurrieron contra la orden ministerial y el tribunal les dio la razón. Salam ya ha anunciado que recurrirá la anulación de la orden. En apoyo de su decisión, el tribunal de El Cairo citó al Consejo de Estado, el más alto órgano administrativo, de carácter consultivo, que el pasado 20 de mayo estimó que la escisión genital femenina era "lícita, aunque no obligatoria", y que era la familia la que debía decidir.

La OEDH demandó a Al Azhar y a su anteriorjeque, ya fallecido, Gad el Haq Gad el Haq, por instar a los musulmanes como un deber religioso a practicar la ablación del clítoris, mientras que el muftí de la República, Mohamed Tantawi, con un punto de vista más moderado, declaraba que en el Corán no había una 'Trase completa del profeta Mahoma que apoye la escisión". Sin embargo, cuando en abril de 1996 Tantawi fue designado gran jeque de Al Azhar y seguramente presionado por los sectores más duros de esta institución suní, declaraba: "Cortar un poco, pero sin exagerar, mejora la apariencia y es más placentero para el marido".

Uno de los que interpusieron el recurso contra la decisión ministerial, el ginecólogo Munir Fawzi, no sólo afirmó que la mutilación genital femenina es buena y algo que ordena el Corán, sino que "si no lo hacernos las mujeres no estarían limpias y sufrirían de una indeseable urgencia sexual". La niña de 13 años fallecida hace unos días en el hospital público es la última conocida de la lista, pero antes que ella se han incluido los nombres de muchas más. La anterior, hace dos meses, tenía 11 anos y murió desangrada al serle practicada la misma operación por un barbero, en lo que para muchas familias egipcias es una ceremonia que suele revestirse incluso de un carácter festivo.

Indiferencia

Estos casos, según las estadísticas, dejan indiferente por lo general a la mayor parte de la población, incluidas las mujeres, y son accidentes como cualquier otro para el clero islámico, mientras que para muchos médicos y barberos la práctica supone una fuente de ingresos adicionales.La cifra de muertes de niñas en Egipto por la ablación de clítoris no se conoce, pero, según la OEDH, y dado que en su mayoría se realiza en lamentables condiciones higiénicas, se pueden contar por decenas anualmente. De acuerdo con las cifras dadas por esta organización, en Egipto se realizan unas 3.600 ablaciones diarias entre los aproximadamente treinta millones de mujeres. En las grandes ciudades, se han sometido o serán sometidas a la mutilación el 70% de ellas; y el 90% en las zonas rurales. Según el estudio oficial Demografia y salud, ocho de cada 10 mujeres egipcias son partidarias de la mutilación genital femenina.

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