Cuba vive una nueva 'ofensiva revolucionaria' previa al congreso del PC

Cuba vive en la actualidad una nueva ofensiva revolucionaria caracterizada por el enfoque ideológico y político y el parón en el proceso de apertura económica. Así lo advierten diplomáticos y empresarios en la isla, que señalan que, en vísperas del V Congreso del Partido Comunista, que se celebrará en octubre, el Gobierno ha cerrado filas y echado mano de su discurso más ortodoxo. La ofensiva se presenta como una "batalla contra la indisciplina y el desorden" y persigue paliar las desigualdades que han surgido durante el proceso de reformas, así como tapar las grietas políticas abiertas por la...

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Cuba vive en la actualidad una nueva ofensiva revolucionaria caracterizada por el enfoque ideológico y político y el parón en el proceso de apertura económica. Así lo advierten diplomáticos y empresarios en la isla, que señalan que, en vísperas del V Congreso del Partido Comunista, que se celebrará en octubre, el Gobierno ha cerrado filas y echado mano de su discurso más ortodoxo. La ofensiva se presenta como una "batalla contra la indisciplina y el desorden" y persigue paliar las desigualdades que han surgido durante el proceso de reformas, así como tapar las grietas políticas abiertas por la crisis.

Uno de los flancos principales que combaten las autoridades en ésta nueva ofensiva es la iniciativa privada. La razón es sencilla. A pesar de su escasa dimensión -sólo 180.000 cubanos poseen licencia para ejercer el trabajo por cuenta propia sobre una población activa de más de cuatro millones-, el incipiente desarrollo de la iniciativa privada ya ha provocado contrastes y desigualdades difíciles de asumir en un sistema que durante 35 años se ha fundamentado en el igualitarismo."Si un taxista puede ganar 10 dólares al día [unas 1.500 pesetas], mientras el salario de un médico es de 400 pesos al mes [alrededor de 18 dólares o 2.600 pesetas], entonces todo el sistema se tambalea", afirma un economista cubano. Para reducir esta brecha social y limitar el descontento que generan las crecientes desigualdades, agravadas por la falta de alternativas y perspectivas de futuro, el Gobierno ha incrementado las "medidas de control" sobre los trabajadores por cuenta propia y exacerbado la vigilancia para prevenir las "infracciones".

"El principal instrumento para conseguir este objetivo ha sido aumentar hasta el límite la presión impositiva", indica un diplomático. Un ejemplo. Los dueños de restaurantes privados -existen alrededor de 1.500 en el país- que comercializan sus productos en dólares deben pagar aproximadamente 700 dólares al mes (unas 100.000 pesetas), además de cumplir escrupulosamente restricciones corno no vender carne de vaca ni marisco, no tener más de 12 sillas, etc.

Otro ejemplo evidente es lo ocurrido con el floreciente negocio del alquiler de cesas. Hace un par de años, debido a la crisis y al incremento del turismo, miles de cubanos empezaron a arrendar cuartos dentro de sus casas o casas enteras por precios que oscilaban entre 10 y 50 dólares diarios (1.500 y 7.300 pesetas). Se calcula que unas 10.000 familias se dedicaban a esta actividad tolerada pero no legalizada, la mayoría en La Habana.

Hace tres meses, las autoridades anunciaron que gravarían esta actividad, y dieron un golpe demoledor al negocio con los impuestos: 200 dólares al mes (unas 29.000 pesetas) por cuarto en las zonas de interés, y tan sólo por el derecho a arrendar, o seis dólares por metro cuadrado en caso de alquilar la vivienda completa.

Muchos han anunciado ya que abandonan el negocio.

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Los impuestos elevados y las meticulosas inspecciones, unidos a la decisión estatal de limitar el número de licencias de trabajo por cuenta propia que se conceden por municipio, ha tenido un reflejo directo sobre la iniciativa privada: hace un año 208.000 personas tenían licencia para ejercerla. Hoy son sólo 180.000.

Pero la ofensiva revolucionaria va mucho más allá de lo puramente económico -que también es político- "En los últimos meses, el Gobierno ha adoptado diversas medidas para meter en cintura a los llamados descontrolados, que han ido instalándose en las grietas que la crisis y las tímidas reformas han abierto en el sistema", señala un diplomático europeo. El abanico de descontrolados es amplio. Abarca desde ONG cubanas que habían ido ganando márgenes de independencia, pasando por las iglesias y los "emigrantes ilegales" que llegaron a La Habana en busca de nuevas perspectivas económicas.

La situación de las ONG preocupa especialmente a las autoridades. Desde hace algún tiempo funciona una comisión gubernamental de la que forma parte el ministro de Justicia, que revisa el trabajo y contenido de las ONG que ya existen y analiza las medidas de control para las nuevas.

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