Moyano quiere homenajear al libro

Los libreros de la Cuesta quieren, realzar la feria con un monumento en su entrada

Los libreros madrileños de la Cuesta de Moyano, esa hilera de casetas dispuestas en paralelo a la verja del Jardín Botánico. celebran hoy el Día del Libro con un anhelo: hacer prosperar el menguante número de lectores jóvenes. Causas tan distintas como la desmesura sensorial de tantos programas de televisión y películas, además de cierto descrédito de la palabra impresa, han alejado a muchos adolescentes del placer de iniciar viaje hacia casi todos los universos a lomos de la palabra tinta y estampada sobre papel. Para corregir esta deriva, los libreros de la Cuesta de Moyano querían hacerle u...

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Los libreros madrileños de la Cuesta de Moyano, esa hilera de casetas dispuestas en paralelo a la verja del Jardín Botánico. celebran hoy el Día del Libro con un anhelo: hacer prosperar el menguante número de lectores jóvenes. Causas tan distintas como la desmesura sensorial de tantos programas de televisión y películas, además de cierto descrédito de la palabra impresa, han alejado a muchos adolescentes del placer de iniciar viaje hacia casi todos los universos a lomos de la palabra tinta y estampada sobre papel. Para corregir esta deriva, los libreros de la Cuesta de Moyano querían hacerle un regalo al Ayuntamiento. Pero no se deja."Se trata simplemente de que el municipio nos autorice a prestigiar la Cuesta con un monumento al libro. Nosotros lo costearemos". Así lo cuenta Armando Castrillo, de 47 años, librero, hijo de librero, que representa a los profesionales que allí venden las palabras prensadas de más solera de Madrid. Está preocupado por la imagen de la propia Cuesta de Moyano. "No figura en las guías turísticas. Muchos madrileños desconocen incluso que estamos junto a Atocha. Carecemos de promoción", se lamenta.

Con el propósito de realzar la feria, Castrillo concibió la idea de erigir un monumento al libro y cederlo al Ayuntamiento. Habló con Miguel Ríus, un entusiasta que contagia su ilusión por el arte. Aceptó el reto. "Proyecté un volumen de acero oxidado, mellado por peldaños interiores, que simbolizaran un recipiente de sabiduría procedente del cielo que se hinca en la tierra. Así es el libro", afirma. De prosperar la idea, el monumento de Ríus será instalado en una isleta que da entrada al paseo. A su otro extremo irá a parar la estatua de Pío Baroja, hoy en el confín del Retiro.

"No podemos inaugurar el monumento al libro este 23 de abril", confiesa Castrillo. "Se necesitan más autorizaciones y permisos municipales de los que quepa concebir. Pero no cejaremos hasta conseguirlo. El libro se lo merece", asegura resueltamente. También consideran que lo merece los organizadores de actos como el que exhibirá las artes de imprimir en el Círculo de Bellas Artes a cargo dé operarios de la Imprenta Municipal. Don Quijote verá narradas sus hazañas en las bibliotecas públicas de barrios. Incluso en el colegio San Patricio, de La Moraleja, el Amigo Invisible regalará a sus setecientos alumnos y alumnas esos maravillosos artefactos mezcla de imaginación, papel y palabras, que permiten evocar la vida con el placer manso de la lectura.

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