Editorial:

Español en congreso

LAS INDUSTRIAS de la lengua, entendidas en su sentido amplio, se han convertido en uno de los elementos más dinámicos de la economía y de la cultura en este fin de siglo. Por eso resulta especialmente importante el Primer Congreso Internacional de la Lengua Española. Lo inaugurarán hoy en Zacatecas el rey Juan Carlos -poniendo así un broche cultural a su visita oficial a México- y el presidente del país anfitrión, Ernesto Zedillo. Por fin se trata de dar sustancia real a lo que es una preocupación constante en unas cumbres iberoamericanas cargadas de retórica.El español es la cuarta lengua del...

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LAS INDUSTRIAS de la lengua, entendidas en su sentido amplio, se han convertido en uno de los elementos más dinámicos de la economía y de la cultura en este fin de siglo. Por eso resulta especialmente importante el Primer Congreso Internacional de la Lengua Española. Lo inaugurarán hoy en Zacatecas el rey Juan Carlos -poniendo así un broche cultural a su visita oficial a México- y el presidente del país anfitrión, Ernesto Zedillo. Por fin se trata de dar sustancia real a lo que es una preocupación constante en unas cumbres iberoamericanas cargadas de retórica.El español es la cuarta lengua del mundo, tras el chino, el inglés y el hindi. Iniciar un camino de reconocimiento mutuo y de soluciones comunes para los pueblos que lo hablan resulta esencial, pues hay mucho en juego en ello. Este congreso se presenta monográficamente limitado a "la lengua y los medios de comunicación". El uso de la lengua en estos medios es justamente uno de los factores esenciales para el futuro del español, siendo los otros dos la educación básica y los grandes autores, representados en este caso por los tres premios Nobel vivos de lengua castellana: Paz, García Márquez y Cela.

Este proyecto ha sido aplazado en varias ocasiones, pero por fin ve la luz tras la primera intentona -en realidad, un número cero- en Sevilla en 1992, acontecimiento singular dentro del esfuerzo lingüístico que se hizo en aquel V Centenario y que ha tenido escasa continuidad. Es de esperar que no ocurra otro tanto con la reunión de Zacatecas, a la que han sido invitados un centenar de representantes destacados del mundo académico, los medios, las nuevas tecnologías y el libro, con el objetivo -que ellos mismos han de cultivar- de generar una energía creativa a través de la confrontación de unas posiciones que serán sin duda diferentes y es posible que dispares.

En un momento de salto cualitativo y cuantitativo de los medios de comunicación, de recuperación de esplendor y fortaleza de las academias de la lengua, de explosión de una red de vocación universal como Internet, creada y colonizada por el mundo anglosajón, sería una aportación decisiva impulsar una mayor presencia del español y sobre todo afianzar su base, a la vez múltiple y única. Para ello se requieren desde proyectos ambiciosos hasta soluciones prácticas comunes respecto, por ejemplo, al uso de mayúsculas, comas o acentos en los textos que se transmiten por vía electrónica.

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Zacatecas será un éxito si logra poner en marcha un proceso lingüístico que contribuya a acercar más a los países de habla hispana -incluida desde luego España, pero también Estados Unidos, que cuenta con una población de casi 30 millones de hispanohablantes en proceso de rápido crecimiento- justamente a través de lo que más les une: la lengua. Es un propósito que beneficiará a todos si se consigue.

Llegados al nuevo salto tecnológico en curso, la lengua española no podrá defender su futuro desde la mera complacencia que brinda un crecimiento vegetativo de la población que la habla. Tampoco hay que seguir el modelo francés de una lengua que ha de luchar por su supervivencia fuera de las fronteras del hexágono galo. El español ha de encontrar una fórmula propia. De otro modo acabará perdiendo una batalla en la que los invasores llegan armados de productos traducidos.

Frente a todo esto suena ridícula la expresión de Arzalluz al calificar el español como "la lengua de Franco". El español es un bien común que ya no pertenece siquiera a España.

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