Entrevista:Luis de Grandes | Portavoz del Grupo Parlamentario Popular

"No conviene engañarse. Tenemos diferencias con el PNV"

Alto, alcarreño, se ha quedado este año sin vacaciones de nieve y esquí en Semana Santa. Pasará estos días en su territorio de nacimiento, hace 52 años, en Guadalajara. Luis de Grandes fue uno de los miembros más jóvenes de la ejecutiva de UCD en la transición, y desde 1989 milita en el PP. Mantuvo esta entrevista con EL PAÍS el pasado lunes, cuando se negociaba el pacto entre José María Aznar y el PNV, consistente en el apoyo peneuvista al Gobierno durante toda la legislatura a cambio de que éste mantenga invariable el actual índice del Cupo vasco (sistema que determina la aportación de Euska...

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Alto, alcarreño, se ha quedado este año sin vacaciones de nieve y esquí en Semana Santa. Pasará estos días en su territorio de nacimiento, hace 52 años, en Guadalajara. Luis de Grandes fue uno de los miembros más jóvenes de la ejecutiva de UCD en la transición, y desde 1989 milita en el PP. Mantuvo esta entrevista con EL PAÍS el pasado lunes, cuando se negociaba el pacto entre José María Aznar y el PNV, consistente en el apoyo peneuvista al Gobierno durante toda la legislatura a cambio de que éste mantenga invariable el actual índice del Cupo vasco (sistema que determina la aportación de Euskadi a las arcas del Estado).Pregunta. ¿Cómo definiría el actual periodo de sesiones?

Respuesta. Intenso, complejo y, a pesar de todo, gratificante. Toda la legislatura va a ser muy intensa porque no hay que olvidarse de que tenemos una mayoría minoritaria y compromisos con los nacionalismos moderados. Pero hay muchos temas sobrevenidos que implican diálogo ex novo y buscar soluciones compartidas. Complejo porque en esta legislatura se plantearán grandes cosas y el Parlamento será el eje de la vida política. Y gratificante porque el Gobierno, que es a quien yo debo defender, está sacando adelante todos sus compromisos de investidura;

P. Ustedes prometieron, y aún lo repiten, que con el PP llegaba un clima de diálogo y de sosiego a la vida política. Tras unos primeros meses de inactividad hemos pasado a etapas de crispación, irritación, ruptura y malas relaciones entre partidos.

R. Yo no creo que haya un estado de crispación. Lo que hay es una vida política intensa en el ámbito parlamentario, con colisión de proyectos políticos y sin duda a veces caracterizada por la tensión, que eleva el tono. Las relaciones no son malas. Quizás se echa de menos que Gobierno y oposición puedan sentarse, a lo que yo aspiro, a tratar temas de Estado y podamos conjugar grandes intereses del país. Eso quizás está un poco pospuesto.

P. El Gobierno ha presumido de labrar pactos con varios partidos para sostener su situación de minoría. Ese escenario parece en peligro

R. No existe ni apariencia de peligro. Los compromisos recíprocos que asumimos unos y otros se están cumpliendo a rajatabla. Lo que sí se van produciendo son situaciones nuevas, que no están en los pactos escritos, pero que hay que atajar políticamente. Con CiU, salvo situaciones puramente incidentales, que las seguirá habiendo porque somos partidos distintos y podemos discrepar, cada vez se ha hecho más fino el sistema de relación, Se han ido engrasando unos mecanismos complejos que funcionan en el día a día mucho mejor que antes. Todos sabemos ya con quién tenemos que hablar, cuándo y cómo. También cómo acotar las discrepancias. La situación con el PNV sí es excepcional y no conviene ocultarlo porque sería faltar a la verdad. Hay un momento delicado de relación que se concreta en el diferente enfoque sobre la pacificación de Euskadi. Esas discrepancias no las hemos ocultado y han tenido su escenografía. No conviene engañar a nadie ni engañarse. Tenemos diferencias y lo que hace falta es dialogar y reencontrarse.

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P. ¿Cuántos mensajes ha recibido en estos meses del vicepresidente primero, Francisco Álvarez Cascos, para recomponer relaciones con CiU y PNV?

R. No ha hecho falta, porque hablamos todos los días y quizás en ese terreno tenemos una identidad absoluta. Las conversaciones con el PNV nunca se han roto y ni siquiera ha habido un roce en las relaciones genéricas.

P. ¿Ha sido más incómodo de lo previsto no poder actuar libremente al proponer una iniciativa porque antes tiene que negociarla, por mínima que sea, con CiU y PNV?

R. Han sido las reglas de juego desde el principio. Optamos por gobernar cuando vimos qué resultado habían producido las urnas; conformamos una mayoría que hizo posible la investidura de Aznar y ya sabíamos que teníamos que contar todos los días con otras fuerzas políticas. La intensidad de conformar mayorías en una semana es duro y produce algún desasosiego. Tengo muy claro que se puede gobernar muy bien con este entendimiento, que por otra parte es el normal en las democracias europeas, donde las mayorías absolutas brillan por su ausencia.

P. ¿Le cuesta más entender el problema vasco o el catalán?

R. Entiendo los dos. Son distintos y distantes. El problema vasco se centra, desgraciadamente, en el problema de España, que es la violencia. Nosotros no creemos que tengamos mejores ni mayores niveles de patriotismo que los nacionalistas. Ambos deseamos con la misma intensidad la pacificación de Euskadi, pero ahí no se puede andar con paños calientes. Si hay discrepancias hay que manifestarlas. No se puede ocultar a la opinión pública que a nosotros no nos parece que sea una medida buena lo que ellos llaman el agrupamiento de presos. Pero con el PNV existen muchos puntos de contacto en la visión del modelo de sociedad, de Europa; estamos en los mismos parámetros ideológicos, y nuestras relaciones internacionales son muy paralelas. Con CiU, las relaciones son complejas, pero es justo decir que cada vez que ellos hacen un planteamiento reivindicativo desde su óptica del hecho diferencial nunca se toman decisiones, ni siquiera las piden, sólo para ellos.

P. ¿Cuántas veces le han reprendido Cascos o Aznar por fallos de coordinación, ausencias o disidencias en el grupo?

R. Nunca. Con las últimas ausencias no ha habido ningún problema, pero cuando el PNV no vota con nosotros o las relaciones internacionales implican que algunos tengan que estar fuera se produce una situación de dificultad de mayorías.

P. ¿Liberalismo o intervencionismo?

R. Ninguna de las dos cosas en sentido puro. Éste es un Partido Popular, crisol de posiciones ideológicas, que ha ido afinando posturas, a lo largo del, tiempo. Un partido de centro. Ni liberalismos rampantes ni intervencionismos en desuso. Creemos en el principio de subsidiaridad. Es decir, que lo que pueda hacer el ente más pequeño no lo haga el mayor.

P. ¿En su casa instalará la plataforma digital de Telefónica, la de Canal Satélite o ambas?

R. De momento no tengo ninguna adscripción de pago. Hay una que no funciona mal pero que no tiene las prestaciones que yo pido. Prefiero inclinarme ahora por la oferta de La 2 y por los informativos de los demás, que en eso me pasa como con la prensa escrita, que es mejor el pluralismo. En el futuro es deseable que haya aún mayor pluralidad, mayor oferta, y ojalá que en la competencia se redunde más en la calidad que en la cantidad.

P. ¿El primer debate sobre el estado de la Nación con Aznar en el Gobierno será tan descafeinado como el del Senado?

R. Será en paralelo a como transcurra la vida del país. Lo que tiene que reflejar es el pulso de cómo van las cosas en todos los terrenos, aunque es verdad que no se hace nunca en términos exhaustivos. Se lanzan una serie de claves para que no sea tan pesado.

P. Sin mirar a nadie ¿qué se podría hacer para aumentar el nivel dialéctico del Congreso?

R. Ahora mismo hay una reforma del Parlamento. Podría regularse más agilidad. Yo no sé si alguien, creo que no, planteará lo que se dijo de no hablar con papeles.

P. ¿Cuál es el mejor parlamentario de la oposición?

R. Desde luego no Felipe González, porque no ejerce. Sería, a lo mejor, mi elegido porque fue un gran parlamentario.

P. ¿Por quién apostaría, ministro o diputado, como la figura de esta legislatura?

R. Quizá las dos grandes apariciones, para los demás, sean las de Jaime Mayor Oreja y Javier Arenas.

P. Su. nombramiento fue una sorpresa dentro del PP y para usted mismo. ¿Qué análisis haría ahora de su papel?

R. Mi papel es ser un factor de equilibrio interno, de soporte para que el Gobierno tenga apoyos.

P. ¿Tampoco admite, como muchos en el PP han cuestionado, que el grupo parlamentario y el partido se han quedado huérfanos de pesos pesados?.

R. Desde el momento en que se está en el poder, los pesos pesados pasan al Gobierno. Yo no acepto que por eso se tenga menos peso. Uno pesa cuando se pone en la báscula. No tenemos ningún tipo de complejo.

P. ¿Por qué toda la vieja guardia, los históricos parlamentarios del PP, los que han insinuado alguna crítica, han desaparecido del mapa o han sido fichados por empresas públicas?

R. Ha habido no una jubilación anticipada sino una traslación normal de quien tiene su vida política agotada y le apetece -siempre ha sido a petición propia- pasar a la empresa pública. El ejemplo emblemático es Rodolfo Martín Villa

P. Como responsable del grupo ¿prefiere un diputado novato o uno excesivamente experimentado?

R. Tiene que haber de todo, aunque yo creo que las experiencias hay que hacerlas con gaseosa. Hay que ir dando juego a los nuevos, pero siempre con garantías y con red, con una especie de tutoría, porque somos una minoría parlamentaria y no podemos permitirnos el lujo de fallar.

P. El PSOE les critica por tramitar pocas leyes. ¿Cuál será la ley por la que será recordado Aznar?

R. La crítica no se sostiene estadísticamente, porque no hay parangón con ningún otro momento. El calado es otra cosa porque lo que pasa es que la Constitución ya está muy desarrollada. Ahora las leyes tienen más relación con la marcha del país. Aznar será recordado por leyes más de a pie de obra.

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