Esperando al 'metabús'

Un autocar lleva metadona a diario a más de 400 heroinomános

Es quizá el autobús más esperado. Sus viajeros lo aguardan siempre ansiosos. Y es que va cargado con metadona, un contenido vital para su salud y su futuro. De ahí su nombre, metabús. Todos los días desde 1994 realiza la misma ruta: Torrejón de Ardoz, Alcalá de Henares, Alcobendas, Móstoles, Getafe y los distritos madrileños de Tetuán, Usera y San Blas.En todos esos puntos le aguardan a diario más de 400 heroinómanos. Algunos intentan deshabituarse por medio de este sustitutivo opiáceo. Otros, sólo mantenerse sin empeorar. Incluso hay unos cuantos que siguen con otras drogas como...

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Es quizá el autobús más esperado. Sus viajeros lo aguardan siempre ansiosos. Y es que va cargado con metadona, un contenido vital para su salud y su futuro. De ahí su nombre, metabús. Todos los días desde 1994 realiza la misma ruta: Torrejón de Ardoz, Alcalá de Henares, Alcobendas, Móstoles, Getafe y los distritos madrileños de Tetuán, Usera y San Blas.En todos esos puntos le aguardan a diario más de 400 heroinómanos. Algunos intentan deshabituarse por medio de este sustitutivo opiáceo. Otros, sólo mantenerse sin empeorar. Incluso hay unos cuantos que siguen con otras drogas como las pastillas o el alcohol. Pero todos logran mejorías porque consumen una sustancia controlada que les libra de las infecciones del pico y las adulteraciones. Además, al ser gratuita, la obtienen sin caer en la delincuencia.

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Policía en la parada

En Torrejón de Ardoz, la parada se encuentra junto al centro de atención a drogodependientes. Los ánimos están crispados. Desde hace días, la Policía Nacional vigila junto al punto de espera, y hay personas con órdenes de busca y captura que no se acercan a por su dosis diaria si ven el furgón policial. Los profesionales sociales y sanitarios se han quejado.El autocar está tripulado por tres equipos, formado por un conductor, un ATS y un auxiliar de enfermería de la empresa Técnicos de Planificación Social (TPS), que gestiona este servicio dependiente del Plan Regional de Drogas. Su ruta dura de 9 a 21 horas.

La metadona diluida que recogen del Colegio de Farmaceúticos la dosifican en el autobús según la cantidad que precisa cada usuario. La dosis la fijan los centros de atención que llevan el seguimiento de los toxicómanos. A través de faxes cada día informan al metabús de los cambios. Cuando los usuarios llegan dan su nombre y en una pantalla de ordenador salen sus datos y la cantidad prescrita para ese día. Después se llevan su frasquito con este opiáceo diluido en refresco de naranja.

José Luis, un vecino de Torrejón de 26 años, heroinómano desde los 13 y seropositivo, está en tratamiento de metadona desde el pasado mes de marzo. Se apuntó al programa en la cárcel de Alcalá-Meco. "Mi intención es dejar de consumir", asegura este hombre, que a pesar de sus dolencias-muestra buen aspecto. "A mí la metadona me parece muy bien porque con ella acabas cogiendo asco a la heroína y estas sobrio", añade, e indica que con el tratamiento ha engordado 10 kilos.

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Tiene un temor. Una causa pendiente con la justicia por un robo en una chalé por el que le piden cinco años. "Espero no tener que entrar a la carcel, porque ya he ido cinco veces y sólo he sacado odio; aquí, si eres serio intentando desintoxicarte te suelen ayudar", concluye.

En Alcalá de Henares, la espera tiene lugar en una acera del barrio de Puerta de Madrid. No hay ni techos ni marquesinas. Un jardincillo y un hueco entre coches. "No hay derecho a que tengamos que esperar aquí en medio de la calle, sin ningún cobijo cuando llueve", se quejan el medio centenar de usuarios. "Y encima llega tarde a menudo", remachan. En el metabús reconocen los retrasos, pero los atribuyen a que van siempre al límite de su capacidad de atención.

Entre los que aguardan se ven varias madres de familia. Carmen, de 56 años, es una de ellas. Con mucha serenidad, tras la que esconde su dolor cotidiano, explica que de sus cinco hijos tres son heroinómanos y seropositivos y reciben tratamiento con metadona. "Si vengo yo me quedo mas tranquila, porque a veces hay camellos que se acercan por aquí porque saben que algunos chicos siguen consumiendo heroína o pastillas", asegura, aunque reconoce que ellos, por su cuenta, también salen a veces a pillar.

"Yo no sé si esto de la metadona es eficaz, pero antes intentaron desengancharse y no lo consiguieron", concluye. Ella desearía poder recoger los frascos de sus hijos en un centro de salud. Sin pasar frío.

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