Tribuna:

La estática milagrosa

Ahora que las aguas se han remansado y sólo queda de la tormenta el recuerdo, en forma de valla que cierra los accesos a la Embajada de España en La Habana, puede ser útil recapitular sobre algunos extremos de la pasada polémica, en el curso de la cual algunos críticos acalorados de Aznar llegaron al sarcasmo de exclamar frente a su postura " ¡viva Cuba libre!", como si el régimen dictatorial de Castro pudiera ser asociado con la libertad. En otros casos, el interés por subrayar la dependencia de la postura española en la UE respecto de Estados Unidos condujo a olvidar otra cuestión de fondo: ...

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Ahora que las aguas se han remansado y sólo queda de la tormenta el recuerdo, en forma de valla que cierra los accesos a la Embajada de España en La Habana, puede ser útil recapitular sobre algunos extremos de la pasada polémica, en el curso de la cual algunos críticos acalorados de Aznar llegaron al sarcasmo de exclamar frente a su postura " ¡viva Cuba libre!", como si el régimen dictatorial de Castro pudiera ser asociado con la libertad. En otros casos, el interés por subrayar la dependencia de la postura española en la UE respecto de Estados Unidos condujo a olvidar otra cuestión de fondo: si tales medidas habían de suponer o no un factor eficaz para la transformación democrática de Cuba.Entretanto, el que no tiene problemas es el Gobierno de Castro. En las calles de su capital hay, de hecho, división de opiniones sobre el tema, pero, represión obliga, las únicas que se expresan abiertamente corresponden a sus fieles. Así, uno se te acerca preguntando con sorna: "¡Españoles! ¿Son ustedes agentes de Aznar?". Y, por encima de las convenciones habituales en las reuniones científicas, los cargos del régimen intervienen en cuanto pueden para remachar, eso sí, amablemente, lo que dijo el texto oficial de recusación de Coderch. Raúl Castro va aún más lejos, refugiándose en un escrito de Maceo: "De España jamás esperé nada; siempre nos ha despreciado y sería indigno que se pensase en otra cosa". Un Gobierno como el de Castro, que sigue vanagloriándose de haber intervenido en el exterior con las armas en la mano, considera así intolerable que alguien reivindique la democracia para sus súbditos. Ventajas de la buena conciencia "revolucionaria".

Porque de esto se trata en el fondo, más allá de que la Fundación Hispano Cubana y las alusiones de Aznar al intercambio de corbatas resulten del todo impresentables. Si, apenas adquieren confianza, surgen habaneros satisfechos de que, al fin, un presidente español se deje de abrazos y cohibas es porque el ambiente político y económico en la isla es hoy irrespirable, mucho más asfixiante que antes de la crisis de los aviones. La presencia de policía secreta y soplones de todo tipo es mucho más activa en la calle y frente a cualquier conducta anómala. Incluso en las conversaciones privadas basta la presencia de alguien del régimen para que se haga el silencio: el totalitarismo se refuerza tanto desde arriba como capilarmente. Entretanto, desde agosto, no llega la pastilla mensual de jabón del racionamiento, y el pollo, la res, el papel higiénico, son prácticamente cosas del pasado. Si los niños reciben la leche -hoy hasta los siete años, pronto sólo hasta los cinco-, también sienten la sarna. Claro que, para compensar, se refuerza la militarización de la gestión política y es exaltado el mastodóntico ejército, gastando los recursos que el país no tiene, para sonar con una guerra eterna frente al imperialismo y con un no menos imperecedero comunismo de la miseria. "Lo eterno no se clausura", dijo Fidel al cerrar la conferencia del partido en la capital.

Menos mal que si el huracán Lili causó enormes destrozos evitó La Habana, muchos de cuyos barrios están prácticamente al borde de desplomarse. La previsión era de unos 80.000 edificios amenazados. Ahora puede hablarse, con la frase de un responsable municipal de la ciudad, de una "estática milagrosa". Bajo el oportuno caparazón represivo, las ruinas, de la ciudad, del régimen, siguen en pie, en espera de una salvación a partir del modelo chino. Sólo el portavoz de la disidencia socialdemócrata nos habló de la perspectiva de "cambios", ya que no de "cambio", apoyándose en una reciente encuesta del partido entre universitarios, con la opción democrática como ganadora (56% frente a 44%, dijo). Para ello, la presión exterior, sin desplantes, resulta imprescindible (según acaba de probar la concesión in extremis del visado a Lisardo Sánchez para recoger en París un premio por la labor de derechos humanos). Como hubiera escrito José Martí, no puede hablar en nombre de un pueblo quien le priva de libertad política.

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