Tres crímenes sin resolver

El crimen ha vuelto a ganar la batalla a las estadísticas. Hasta julio pasado, Madrid mantenía una cifra inusualmente baja de homicidios. Así, sólo se habían registrado 54 muertes violentas, frente a las 64 del mismo periodo del año anterior. La violencia ha dado un vuelco a esta situación. Sólo entre el jueves y el domingo se registraron tres homicidios, lo que, unido a los asesinatos cometidos en los cuatro meses anteriores, ha aupado la estadística a su cima más negra. En los tres últimos crímenes se da un denominador común: ningún culpable ha sido detenido.

Esta serie de homicid...

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El crimen ha vuelto a ganar la batalla a las estadísticas. Hasta julio pasado, Madrid mantenía una cifra inusualmente baja de homicidios. Así, sólo se habían registrado 54 muertes violentas, frente a las 64 del mismo periodo del año anterior. La violencia ha dado un vuelco a esta situación. Sólo entre el jueves y el domingo se registraron tres homicidios, lo que, unido a los asesinatos cometidos en los cuatro meses anteriores, ha aupado la estadística a su cima más negra. En los tres últimos crímenes se da un denominador común: ningún culpable ha sido detenido.

Esta serie de homicidios se abrió el jueves con el descubrimiento del cadáver de Beatriz Agredano Lozano, intérprete de inglés, de 21 años. El cuerpo, con la ropa interior bajada, fue descubierto en un descampado de Santa Eugenia. La última vez que se la vio con vida fue la noche anterior, cuando se disponía a subir a un tren de cercanías en Vallecas.

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El segundo homicidio corresponde al de Alberto Guindo Horcajada, de 21 años, apuñalado el domingo en la calle del Barquillo. El autor, supuestamente, fue un bakaladero molesto por los comentarios de los amigos de la víctima hacia su compañera.

Menos datos aún se manejan en el caso del cadáver encontrado el domingo por unos niños en un contenedor de la calle de la Puebla (Centro). El cuerpo había sido envuelto en una manta, metido en una bolsa de basura e introducido en una caja de cartón. La víctima, una mujer de unos 30 años, llevaba una cuerda al cuello. Anoche no había sido identificada.

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