Tribuna:

Clausura

Pastorcito, Enfermerito, Cautivito, Curita... Bajo esta y otras apariencias pueden presentarse las imágenes del Niño Jesús que junto con tallas de la Virgen, San José o Sanjuanito procedentes de los conventos de Madrid se exponen en el Museo Municipal. Es deliciosa esta muestra que lleva por título Vida y arte en las clausuras madrileñas. Ciclo de la Navidad. Las imágenes se exponen por primera vez al público y su en canto no reside tan sólo en la calidad de las tallas y los cuadros, pues hay piezas de Martínez Montañés, de La Roldana y de otros imagineros españoles, italianos, portugue...

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Pastorcito, Enfermerito, Cautivito, Curita... Bajo esta y otras apariencias pueden presentarse las imágenes del Niño Jesús que junto con tallas de la Virgen, San José o Sanjuanito procedentes de los conventos de Madrid se exponen en el Museo Municipal. Es deliciosa esta muestra que lleva por título Vida y arte en las clausuras madrileñas. Ciclo de la Navidad. Las imágenes se exponen por primera vez al público y su en canto no reside tan sólo en la calidad de las tallas y los cuadros, pues hay piezas de Martínez Montañés, de La Roldana y de otros imagineros españoles, italianos, portugueses o americanos, sino en que transmiten mucho del espíritu conventual conservado durante siglos. Siempre me ha parecido un prodigio o casi estoy por decir un milagro de la historia de Madrid el hecho de que en el centro de la ciudad, bajo las moles de cemento de los grandes almacenes, allá donde el precio del suelo se cuenta por centímetros, hayan pervivido estos conventos de órdenes contemplativas. Conventos en los que hay pequeños huertos donde se cultivan lechugas y tomates y donde cantan los pajarillos huidos del infierno del tráfico. Dominicas, franciscanas, agustinas, benedictinas, trinitarias, salesas siguen defendiendo estos recoletos recintos con no pocos trabajos y fatigas.No sólo las imágenes, también las tradiciones se mantienen gracias a la sacrificada constancia de las monjas. Entre otras, la costumbre de que, en el Día de la Sagrada Familia, la abadesa esconde en algún lugar del convento una imagen del Niño Jesús y la hermana que la encuentra tiene derecho a guardarla en su celda hasta el Día de Reyes. A este Niño se le llama "El Perdidito". Entre las admirables tallas de la Inmaculada, del arcángel san Miguel o los nacimientos me llama la atención la colección de imágenes del Niño Jesús. Uno se llama "El Cocinerito" y lleva en la mano una bandeja con un pollo. Otro, "Manolito", desnudo, tiene a su lado una vitrina con todo el ajuar para vestirse de Papa. La muestra es un regalo del Madrid de los claustros.

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