GEOFÍSICA: VULCANOLOGÍA

La tomografía del Vesubio descubre un nivel profundo de magma fundido

El Vesubio, el volcán activo en cuyas faldas se asientan la ciudad italiana de Nápoles y muchas poblaciones más pequeñas, tiene un nivel de magma, de roca fundida, a unos diez kilómetros de profundidad, más abajo de lo que se pensaba hasta ahora. Es el resultado de un experimento de tomografía sísmica realizado por 15 investigadores, italianos en su mayoría, para lograr definir la estructura en tres dimensiones y el sistema magmático de las entrañas de la montaña de fuego.El Vesubio tiene un cono central sobre una caldera, explican A. Zollo (Universidad de Nápoles) y sus colegas, en, el...

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El Vesubio, el volcán activo en cuyas faldas se asientan la ciudad italiana de Nápoles y muchas poblaciones más pequeñas, tiene un nivel de magma, de roca fundida, a unos diez kilómetros de profundidad, más abajo de lo que se pensaba hasta ahora. Es el resultado de un experimento de tomografía sísmica realizado por 15 investigadores, italianos en su mayoría, para lograr definir la estructura en tres dimensiones y el sistema magmático de las entrañas de la montaña de fuego.El Vesubio tiene un cono central sobre una caldera, explican A. Zollo (Universidad de Nápoles) y sus colegas, en, el último número de la revista Science. El complejo "se formó hace, 25.000, anos por una secuencia de erupciones de explósividad variable, desde procesos de expulsión tranquila de lava que caracteriza la mayor parte de la actividad más reciente (por ejemplo, desde 1881 a 1899 y desde 1926 a 1930) a las erupciones plinias explosivas, incluida la que destruyó Pompeya y mató a miles de personas en el año 79", recuerdan los autores de este trabajo. Se han identificado, al menos siete explosiones plinias, cada una precedida por un largo periodo de inactividad, que en el caso de la erupción que arrasó Pompeya duró 700 años. Se sabe que estas erupciones explosivas se alimentan por magmas ricos en agua que van llenando una cámara (de unos dos o tres kilómetros cúbicos), y cuya composición indica que cristalizan a una profundidad de cuatro a diez kilómetros. El magma asciende a la superficie por un conducto de 70 a 100 metros de diámetro.

El sistema de alimentación del Vesubio es complicado, a pesar de que la mayoría de las erupciones se produce en la cinta y sólo ocasionalmente en las fracturas laterales, la mayoría de ellas localizadas en la ladera sur de la montaña.

La nueva investigación sugiere que a profundidad entre nueve y once kilómetros, es decir, más abajo de lo que hasta ahora se había definido, existe una zona de magma fundido. Al parecer, este magma rellena la cámara de material que fluye en erupciones.

Cargas explosivas

Para hacer este experimento de tomografía sísmica de alta resolución, los investigadores, de varias universidades e instituciones italianas, hicieron explotar cargas de dinamita (de 340 a 410 kilos cada una) en tres puntos estratégios en la cresta del volcán y registraron, con 82 sismógrafos, la propagación de las ondas inducidas por las explosiones. Así hicieron un perfil sísmico de 30 kilómetros de longitud pasando por el centro del Vesubio.Al analizar las ondas generadas por las explosiones y los diferentes tiempos que tardan en atravesar distintos materiales, se puede averiguar qué hay bajo el suelo, qué capas de roca hay y cuál es su localización. A partir de esta información, los científicos italianos han realizado la modelización en tres dimensiones de las entrañas del Vesubio que da como resultado la existencia de la zona de magma fundido a unos diez kilómetros de profundidad.

Estos estudios permiten a los geólogos tener una mejor comprensión de la localización de las cámaras magmáticas del volcán y su conexión con la superficie, lo que supone información clave para intentar predecir con exactitud las zonas de riesgo. El Vesubio, en una zona densamente poblada, es un volcán permanentemente vigilado con dispositivos avanzados y, además, se tienen abundantes registros históricos de su actividad.

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