Tribuna:

Viva la gramática

Los madrileños somos víctimas de un robo cada cuatro minutos: lo que tarda en hacerse un huevo duro. Y de un robo con violencia cada veinte, o sea, cinco huevos. Se puede contar también por padrenuestros con resultados parecidos. No se incluye en la estadística el último atraco del que somos víctimas, perpetrado por la funeraria con todas las de la ley, utilizando tarifas de cañones recorta dos. Es cierto que te puedes morir a plazos, pero te sale por el triple, como le pasó a nuestros padres, que estuvieron toda la vida pagando un nicho que luego no llegaron a usar porque se puso de moda la i...

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Los madrileños somos víctimas de un robo cada cuatro minutos: lo que tarda en hacerse un huevo duro. Y de un robo con violencia cada veinte, o sea, cinco huevos. Se puede contar también por padrenuestros con resultados parecidos. No se incluye en la estadística el último atraco del que somos víctimas, perpetrado por la funeraria con todas las de la ley, utilizando tarifas de cañones recorta dos. Es cierto que te puedes morir a plazos, pero te sale por el triple, como le pasó a nuestros padres, que estuvieron toda la vida pagando un nicho que luego no llegaron a usar porque se puso de moda la incineración.En el recuento oficial de tirones (5.069 de enero a julio) no se ha incluido el más sofisticado: el de los subasteros. O sea, que cuando un pobre no puede hacer frente a la hipoteca, llega un señor con un anillo en el meñique y le arranca el piso con todas las noches de insomnio dentro. Parece que no hay manera de frenarlos: ahora, en lugar de dar ellos el tirón se lo encargan a un testaferro. El testaferro es como el pronombre: va en lugar del nombre, aunque no es necesario saber gramática para hacerte con uno: basta con llevar un anillo en el menique.

Y en los lugares donde se desregula la muerte las cosas no mejoran, pues las funerarias se ponen de acuerdo como los subasteros, para pujar por el cadáver. Al parecer se reparten los difuntos de los hospitales del mismo modo que los otros se sortean las viviendas. En el caso de que se te ocurra suicidarte por no ser capaz de hacer frente a la hipoteca, puedes ser, simultáneamente, víctima de los testaferros y de las funerarias. En estos casos, tienes que procurar no dejar el coche fúnebre en doble fila porque podrías sufrir también el asalto de la grúa.

Así que, una vez que conoces las estadísticas, estás atrapado moralmente: ya nunca podrás pasar un huevo por agua ni rezar un padrenuestro sin acordarte de que en esos mismos momentos alguien es víctima de un asalto en tu ciudad. Pasa lo mismo que cuando sabes, un poco de gramática: que ya no puedes dedicarte a las subastas ni nada parecido porque te dan mucho respeto los pronombres. La gramática acaba generando un orden moral que le impide a uno llevar un anillo con piedra en el meñique. Como diría Sartre, con perdón, somos víctimas de nuestras verdades.

Madrid es una ciudad sin gramática, de ahí que un entierro cueste más que en ningún otro lugar de España y de que suframos un robo cada cuatro minutos, todo ello sin mencionar otro tipo de agresiones como los atascos o las dioxinas. Las sociedades que se organizan gramaticalmente se defienden mejor del caos, pero a Álvarez del Manzano, en lugar de aparecérsele un complemento directo o circunstancial, que sería lo suyo, se le aparece todo el rato la Virgen, que siente una predilección especial por la gente así (fíjense en la vidente del Escorial). En cuanto a Ruiz Gallardón, que va de culto, sólo quiere oír hablar de música. La música no compromete a nada, por eso hay patadas para patrocinar conciertos y es tan difícil sin embargo, encontrar mecenas para el desarrollo del verbo. Í Algunas veces he vendido kleenex en la puerta del Auditorio y aquello parecía la boda de Álvarez Cascos, o sea, mucho anillo moral en el meñique y poca gramática: un desastre. La persona más cruel del mundo puede llorar con una sinfonía. La gramática, sin embargo, es muy estricta y no permite esas contradicciones.Ella tiene la culpa de que uno asocie los huevos duros con la inseguridad ciudadana o los padrenuestros con el proceso de cocción. Pero es que, sobre todo, la responsable de que uno sea capaz de leer lo que no viene en las últimas estadísticas, es decir, que la peor violencia callejera es la que se lleva a cabo con la ley en una mano y la escopeta de cañones recortados en la otra: la de los subasteros que se reparten los pisos de los pobres, o la de las funerarias que trocean los cadáveres de los muertos antes de proceder a su ingestión, por poner dos ejemplos a la altura de la clase media. Cada huevo cocido, un robo; cada cinco, un atraco. Y todos los meses la Iista de los pisos subastados en la Comunidad. Una negación de la gramática; un escándalo. Padre nuestro que estás en los cielos.

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