Cartas al director

Testigo

El día 16 de septiembre quiso la fortuna que fuera yo testigo de dos hechos, muy diferentes entre sí, pero al mismo tiempo muy relacionados.Cuando llegaba a mi casa en mi coche, formaba parte de una pequeña cola de coches que se origina siempre cuando vamos detrás del autobús de la línea 64. Detrás de mí circulaba un coche de la Policía Municipal. De pronto puso en marcha los rotativos y la sirena (supongo que alertado por alguna llamada) y trató de adelantar la pequeña caravana invadiendo el sentido contrario de la calle a gran velocidad. En ese momento circulaba en sentido opuesto un pequeño...

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El día 16 de septiembre quiso la fortuna que fuera yo testigo de dos hechos, muy diferentes entre sí, pero al mismo tiempo muy relacionados.Cuando llegaba a mi casa en mi coche, formaba parte de una pequeña cola de coches que se origina siempre cuando vamos detrás del autobús de la línea 64. Detrás de mí circulaba un coche de la Policía Municipal. De pronto puso en marcha los rotativos y la sirena (supongo que alertado por alguna llamada) y trató de adelantar la pequeña caravana invadiendo el sentido contrario de la calle a gran velocidad. En ese momento circulaba en sentido opuesto un pequeño todoterreno, y ambos colisionaron estrepitosamente. Aparqué mi vehículo, ya que estaba a unos 10 metros de mi casa, y observé la escena. Los policías estaban empeñados en que el conductor del Suzuki Vitara debía haberse apartado (¿adónde?, me pregunto yo, en un calle con aceras de medio metro y al lado de un autobús) ya que ellos iban en una misión y tenían preferencia. Ante el hecho de que el conductor les hizo frente, llamaron a más policías, y más policías, que, prestos, se encasquetaron las gorras, que antes habían dejado en el coche, me pregunto si para impresionar. El caso es que en menos de media hora se juntó allí una tropa consistente en dos Renault 19, dos Citroén ZX, otros dos Citroén ZX familiares blancos pero sin marcas externas aparentes, aunque llenos también de policías, una ambulancia del Samur (aunque no había ningún herido), una grúa de Emitra y una furgoneta Peugeot Boxer de investigación de accidentes, también de la Policía Municipal. En total sumaban más de 25 agentes, de distintas graduaciones. Aparcaron los coches en ambas aceras, reduciendo la calle a un único carril, produciendo un pequeño embotellamiento cuando se cruzaban dos autobuses o pasaba una ambulancia en dirección a la clínica Puerta de Hierro. Tras una hora y media de conversaciones, de hacer soplar al pobre hombre más de una docena de veces (contadas) por el alcoholímetro e incluso registrar su coche, se llevaron al hombre a comisaría.

Ha querido la desgracia que esta misma noche hayan robado en mi negocio, que se sitúa a menos de 100n metros del lugar que le cito anteriormente. ¿Dónde es taba entonces ese enorme des pliegue policial, digno de película americana? ¿Por qué nuestra Policía Municipal, que en algunas ocasiones se comporta como una panda de cazarrecompensas, hace que vengan docenas de agentes para una estupidez y en otras ocasiones se les llama al 092 y tardan en venir más de tres cuartos de hora (como me ha pasado a mí)? ¿Por qué no se patrullan las calles con suficiente efectividad y se tiene menos soberbia y ganas de impresionar al prójimo en otras ocasiones, como las que les narro anteriormente? A mí me sigue impresionando, cada día más, la forma de actuai de este cuerpo.-

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