Morfina a dosis justas

Ahora Pedro -no es su nombre real- está mucho más contento. Tiene 11 años y es enfermo terminal de cáncer. Pero no tiene dolores y está en casa, lo que significa que recibe las visitas que quiere cuando quiere; que come lo que más le gusta y que está con sus dos hermanos pequeños.

Es uno de los dos únicos niños con cáncer en España, y de los pocos en todo el mundo que lleva o ha llevado consigo una bomba de morfina. Desde hace poco más de un mes, es él quien decide la dosis que desea autoadministrarse, y lo hace simplemente apretando un botón.

"Es sencillísima de usar. No ocu...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Ahora Pedro -no es su nombre real- está mucho más contento. Tiene 11 años y es enfermo terminal de cáncer. Pero no tiene dolores y está en casa, lo que significa que recibe las visitas que quiere cuando quiere; que come lo que más le gusta y que está con sus dos hermanos pequeños.

Es uno de los dos únicos niños con cáncer en España, y de los pocos en todo el mundo que lleva o ha llevado consigo una bomba de morfina. Desde hace poco más de un mes, es él quien decide la dosis que desea autoadministrarse, y lo hace simplemente apretando un botón.

"Es sencillísima de usar. No ocupa más espacio que una calculadora grande y sólo tenemos que recargarla. Mi único reparo cuando el médico nos explicó en qué consistía era que el niño no quisiera, porque al principio a él le daba miedo salir del hospital por los dolores. Ahora sé que es lo mejor que podíamos haber hecho. Le decimos que no se aguante el dolor", asegura Alicia, su madre.

Más información

Rafael Gálvez, médico de Pedro, está convencido de que el uso de bombas de morfina en niños debería extenderse, y que se le debería perder el miedo a este fármaco. "Los niños entienden enseguida para qué sirve, y son perfectamente capaces de usarla".

Archivado En