Editorial:

Basurero viviente

EL MONSTRUO amenaza con volverse contra sus creadores. Durante 22 años, los habitantes de La Coruña y de otros 16 municipios de su entorno han acumulado hasta un millón de toneladas de desperdicios domésticos y otros residuos, y ahora no saben cómo librarse de lo que se ha convertido -o han convertido- en una pesadilla ecológica e incluso sanitaria. El basurero gigante se ha transformado en un organismo vivo, con movimientos propios a causa de las fermentaciones y de la lluvia infiltrada, que avanza engullendo todo lo que encuentra a su paso -edificaciones próximas e incluso a una perso...

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EL MONSTRUO amenaza con volverse contra sus creadores. Durante 22 años, los habitantes de La Coruña y de otros 16 municipios de su entorno han acumulado hasta un millón de toneladas de desperdicios domésticos y otros residuos, y ahora no saben cómo librarse de lo que se ha convertido -o han convertido- en una pesadilla ecológica e incluso sanitaria. El basurero gigante se ha transformado en un organismo vivo, con movimientos propios a causa de las fermentaciones y de la lluvia infiltrada, que avanza engullendo todo lo que encuentra a su paso -edificaciones próximas e incluso a una persona el pasado día 12- y que amenaza con precipitarse al mar.El alcalde de La Coruña, Francisco Vázquez, ha pedido que se declare zona catastrófica el municipio donde está ubicado el basurero y alerta con el mayor desastre ecológico de España si tan gigantesco montón de basura se derrumba. Evitar ese riesgo debe ser ahora la principal preocupación de las administraciones. En estos momentos es secundario determinar cuál de ellas es responsable de haber mantenido durante años un vertedero incontrolado sin realizar al menos elementales obras de drenaje. Enzarzarse en disputas políticas sobre esta cuestión mientras el basurero se derrumba sobre el mar sería añadir más insensatez a ésta ya de por sí desdichada historia.

Pero no está mal llamar la atención sobre las nefastas consecuencias que puede tener una política dominada por las ideas de ahorro -en las instalaciones- y de permisividad como la que han realizado durante años las administraciones públicas frente al gravísimo problema de los vertidos. Es cierto que ahora no es lo mismo que hace 15 o 20 años. La conciencia ecológica de los ciudadanos ha aumentado y las administraciones han hecho serios esfuerzos por acabar con el enorme retraso de España en este terreno. Pero todavía existen demasiados basureros incontrolados o clandestinos como para descartar en el futuro sustos como el del basurero viviente de La Coruña.

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