La feria del libro y la ciudadana Plavsic

Las dos máximas novedades de la feria del libro que se acaba de abrir en Banja Lulca, la más importante celebrada en territorio serbobosnio desde el comienzo de la guerra, son el texto de Peter Handke Justicia -para Serbia, donde el escritor austriaco toma partido por Belgrado y Pale en la guerra de Bosnia, y una apología disfrazada de biografía del general fugitivo de La Haya Ratko Mladic, escrita por una periodista del diario Politika, altavoz del presidente Slobodan Milosevic. La tercera, contemplar a la presidenta Biljana Plavsic abriéndose paso entre los visitantes para lleg...

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Las dos máximas novedades de la feria del libro que se acaba de abrir en Banja Lulca, la más importante celebrada en territorio serbobosnio desde el comienzo de la guerra, son el texto de Peter Handke Justicia -para Serbia, donde el escritor austriaco toma partido por Belgrado y Pale en la guerra de Bosnia, y una apología disfrazada de biografía del general fugitivo de La Haya Ratko Mladic, escrita por una periodista del diario Politika, altavoz del presidente Slobodan Milosevic. La tercera, contemplar a la presidenta Biljana Plavsic abriéndose paso entre los visitantes para llegar a su despacho.A pesar de la lluvia y atraída por el espectáculo, la gente acude al céntrico edificio del rectorado universitario, en dos de cuyas plantas se han instalado por unos días los libreros serbios. En la tercera, de acceso restringido, está la sede en Banja Luka de la presidencia serbobosnia, y en ella sienta sus reales la señorita Plavsic, recién elegida como máxima autoridad de esta mitad de Bosnia durante los próximos dos años. Para controlar mejor las dos mitades del estrangulado territorio serbobosnio, susdirigentes se reparten entre Pale, el pueblo capital, y Banja Luka, la única ciudad occidental digna de tal nombre.

Biljana Plavsic, 66 años, ex profesora de biología molecular en Sarajevo, sustituye en el cargo a Radovan Karadzic. El cabecilla serbobosnio hizo de ella su vicaria tras haber sido forzado por Washington, en julio pasado, a retirarse formalmente de la vida pública. Karadzic, el otro gran fugitivo del Tribunal de La Haya, se reponen algún lugar de Pale de una operación de rodilla.

La presidenta in péctore -lo será formalmente cuando se oficialicen los resultados tras el nuevo recuento- llega a su oficina a las 10.30 horas en un Passat familiar verde. En la puerta del concurrido edificio, un par de policías de azul ferroviario nada ceremoniosos. La acompañan un chófer y un guardaespaldas que lleva desmayadamente su cartera. Como el macizo bloque del rectorado no tiene ascensores, Plavsic, gabardina cantando-bajo-la-lluvia y paraguas, sube los dos tramos de la gran escalera central mezclándose con los curiosos que miran estanterías. La mayoría, ni se fija.

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