Chabacanería

Hasta hoy pensaba que la chabacanería y el mal gusto nacional estaban instalados en nuestra televisión pública y privada, pero he podido comprobar que alcanza a nuestro patrimonio artístico y monumental.El pasado 4 de agosto acudí con mi familia a visitar el palacio y jardines de La Granja, en Segovia. Nos creíamos afortunados al comprobar que podíamos asistir al funcionamiento de las fuentes, sin saber que lo que nos íbamos a encontrar era un bochornoso espectáculo. Cuál no sería nuestra sorpresa al advertir que las fuentes funcionaban de una manera inusual. Los chorros tenían una presión tan...

Hasta hoy pensaba que la chabacanería y el mal gusto nacional estaban instalados en nuestra televisión pública y privada, pero he podido comprobar que alcanza a nuestro patrimonio artístico y monumental.El pasado 4 de agosto acudí con mi familia a visitar el palacio y jardines de La Granja, en Segovia. Nos creíamos afortunados al comprobar que podíamos asistir al funcionamiento de las fuentes, sin saber que lo que nos íbamos a encontrar era un bochornoso espectáculo. Cuál no sería nuestra sorpresa al advertir que las fuentes funcionaban de una manera inusual. Los chorros tenían una presión tan excesiva que llegaban a salirse exageradamente del vaso, lo que provocaba remojones en el público al tiempo que una cortina de agua y gotas en suspensión impedía siquiera adivinar el motivo escultórico de la fuente y, por tanto, disfrutar de la composición artística.

Nuestra sorpresa fue en aumento cuando observamos que la mayoría del público asistente acudía a darse tan refrescante y monumental chapuzón y se sentía decepcionado si la fuente funcionaba normalmente, como, afortunadamente, ocurrió con la denominada Los Baños de Diana.

¿Saben las autoridades lo que está ocurriendo en los jardines de La Granja? ¿No podrían los responsables pertinentes controlar la actuación de los operarios encargados de poner en marcha los mecanismos de las fuentes? ¿Les importa acaso que se desvalorice nuestro patrimonio artístico?

Creo sinceramente que con esta actitud se está contribuyendo desde las instituciones a rebajar el nivel cultural de la ciudadanía y a fomentar la cultura de la ordinariez-