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Derechos humanos y relaciones internacionales

La reciente visita a España del presidente chino, Jiang Zemin, suscitó el debate sobre el papel de los derechos humanos en las relaciones internacionales. ¿Hasta qué punto deben los gobiernos, empresarios y ciudadanos de otros países exigir a otro país respeto a los derechos humanos?Las autoridades de la República Popular China pretenden mostrarse intransigentes con las protestas, pero no son inmunes a las críticas: saben que su comportamiento sobre los derechos humanos puede ser perjudicial para otros intereses nacionales.

Es indispensable contradecir el argumento de que el progreso ec...

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La reciente visita a España del presidente chino, Jiang Zemin, suscitó el debate sobre el papel de los derechos humanos en las relaciones internacionales. ¿Hasta qué punto deben los gobiernos, empresarios y ciudadanos de otros países exigir a otro país respeto a los derechos humanos?Las autoridades de la República Popular China pretenden mostrarse intransigentes con las protestas, pero no son inmunes a las críticas: saben que su comportamiento sobre los derechos humanos puede ser perjudicial para otros intereses nacionales.

Es indispensable contradecir el argumento de que el progreso económico justifica violar los derechos civiles y políticos. Tampoco se puede admitir que el sufrimiento de las víctimas preocupe más o menos en función de intereses comerciales. La suerte de miles de personas depende de si su situación encuentra el eco del silencio o de la protesta.

Gao Yu, periodista, fue detenida en 1993 por informar sobre proyectos de reformas estructurales. Su sentencia fue pronunciada en una vista secreta en noviembre de 1994: ni su marido ni sus abogados fueron avisados de su celebración. Gao Yu escribió: "El Gobierno nunca admite que hay presos políticos ( ... ) Hoy vuelven ustedes a avergonzar a nuestro país condenándome (...) Esta sentencia podrá acabar con mi salud, pero nunca con mi ánimo ( ... ) La historia demostrará mi inocencia".

El 4 de junio se conmemoraba el séptimo aniversario de la matanza de Tiananmen. La represión ha aumentado en los últimos años a la par que el escándalo se ha desvanecido y que el Gobierno continúa reprimiendo brutalmente todo lo que percibe como una amenaza al orden establecido, según declaró Amnistía Internacional al presentar un informe en marzo.

No se tolera forma alguna de disidencia: ni política, ni sindical, ni religiosa. Se permite que continúe la tortura, se utiliza la pena de muerte para tratar de resolver los problemas sociales

(se ejecuta legalmente cada año a más personas que en el resto del mundo). Reprimen a grupos étnicos que piden pacíficamente más independencia, y detienen sin acusación a centenares de miles de personas al año. La arbitrariedad y la impunidad facilitan el abuso.

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Son víctimas como Gendun Choekyi Nyima, el niño de siete años que desapareció tras ser detenido en mayo de 1995, después (de que el Dalai Lama lo reconociera como el undécimo Panchen Lama (está "bajo protección gubernamental") o Zhang Jie, trabajador de la provincia de Shandong, que cumple una condena de 18 años de cárcel y cinco más de suspensión de sus derechos políticos por pronunciar discursos el 5 de junio de 1989 en honor de los que murieron en Pekín.

Son disidentes conocidos, como Wei Jingsheng, condenado en 1995 a 14 años (tras pasar otros tantos en prisión), y miles de víctimas invisibles de la campaña represiva contra minorías étnicas y religiosas, activistas políticos, trabajadores y defensores de los derechos humanos.

España es el sexto país de la UE por su comercio con China: 375.000 millones de pesetas en 1,995. 187 empresas españolas están instaladas o tienen delegación en China. España puede ejercer su influencia y mostrar si su compromiso con los derechos humanos es o no verdadero.

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