Cartas al director

Tiananmen, siete años después

El 4 de junio de 1989, las autoridades chinas lanzaron tanques y soldados contra miles de civiles desarmados produciendo la escalofriante matanza de la plaza de Tiananmen, en el centro de Pekín. El resultado es bien conocido: más de mil muertos, así como miles de heridos y detenidos. En China, donde vive la quinta parte de la humanidad, todo es grande. Cada año se ejecuta a más personas en China que en el resto de los países del mundo juntos. Y, como reza la campaña que realiza actualmente Amnistía Internacional, en China nadie está a salvo. Parece que hay 68 delitos diferentes por los que se ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

El 4 de junio de 1989, las autoridades chinas lanzaron tanques y soldados contra miles de civiles desarmados produciendo la escalofriante matanza de la plaza de Tiananmen, en el centro de Pekín. El resultado es bien conocido: más de mil muertos, así como miles de heridos y detenidos. En China, donde vive la quinta parte de la humanidad, todo es grande. Cada año se ejecuta a más personas en China que en el resto de los países del mundo juntos. Y, como reza la campaña que realiza actualmente Amnistía Internacional, en China nadie está a salvo. Parece que hay 68 delitos diferentes por los que se puede condenar a muerte.Las violaciones de los derechos humanos más básicos en China son innumerables; sin embargo, el Gobierno estadounidense no duda en declarar a China país económicamente favorecido y, recientemente, el presidente francés, Jacques Chirac, ha dado un sonoro espaldarazo económico al Gobierno de Pekín. Luego, a los Gobiernos de éstos y otros países occidentales se les llena la boca autocalificándose como paladines en la defensa de los derechos humanos en el mundo. Hace ahora siete años, los tanques de la plaza de Tiananmen no sólo asesinaron a centenares de chinos honrados y valientes; asesinaron una idea, aplastaron una esperanza que comenzaba a amanecer en China. Y el problema puede ser que cuando amanece en China, en Occidente todavía es de noche. Cuando una mañana, hace siete años, jóvenes, ancianos y hasta niños eran masacrados por el Ejército chino, o cuando una mañana hoy se celebran ejecuciones masivas con exhibición pública, en Occidente todavía es de noche. Y nuestros Gobiernos y nosotros dormimos. O nos hacemos los dormidos. O miramos para otro lado.-

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En