El Kremlim sabe que las promesas del presidente son inviables

Cumplir las promesas hechas durante la campaña electoral por el presidente ruso, Borís Yeltsin y, en particular, pagar todos los salarios atrasados es imposible. Más aún, la campaña para la reelección de Yeltsin ha exigido mucho dinero y ha puesto el mercado de bonos del Estado al borde del hundimiento. Ahora la tarea consiste en cómo evitar que antes de los comicios "estallen graves crisis en los mercados estatales de valores, créditos y divisas" y que el descontento por las promesas incumplidas recaiga sobre Yeltsin y el Gobierno. Todo esto se afirma en una carta enviada por el ministro de E...

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Cumplir las promesas hechas durante la campaña electoral por el presidente ruso, Borís Yeltsin y, en particular, pagar todos los salarios atrasados es imposible. Más aún, la campaña para la reelección de Yeltsin ha exigido mucho dinero y ha puesto el mercado de bonos del Estado al borde del hundimiento. Ahora la tarea consiste en cómo evitar que antes de los comicios "estallen graves crisis en los mercados estatales de valores, créditos y divisas" y que el descontento por las promesas incumplidas recaiga sobre Yeltsin y el Gobierno. Todo esto se afirma en una carta enviada por el ministro de Economía, Yevgueni Yasin, al jefe de Gobierno, Víktor Chernomirdin. Copias de esta carta, fechada a principios de mayo, aparecieron misteriosamente ayer en los bancos de todos los diputados de la Duma Estatal.Yasin no sólo afirma que "el pago total" de los salarios y pensiones "es completamente irreal", sino que para conseguir que "el malestar que siente la gente hacia el presidente y el Gobierno pase a recaer sobre los dirigentes de las empresas" propone "instruir varios procesos contra los directores que de mala fe no pagan a sus trabajadores al tiempo que ellos mismos ganan mucho y transfieren el dinero a otras cuentas".

El ministro también propone en su carta una serie de medidas -varias de ellas proteccionistas- para obtener beneficios que contribuyan a cubrir los enormes gastos del periodo electoral en marcha.

Pero, por lo visto, el Gobierno se decidió por un remedio más radical y eficaz y ha hecho aprobar en el Parlamento esta semana una ley que obliga al Banco Central a entregar sus ganancias al presupuesto federal.

La nueva ley termina con la independencia del Banco Central, al que se le obliga a "transferir al presupuesto federal, antes del 10 de junio de 1996, 5 billones de rublos (unos 600.000 millones de pesetas) por concepto de los beneficios correspondientes a 1994". Esto significa que el Banco Central deberá emitir 5 billones de rublos adicionales, lo que traerá como consecuencia una devaluación del rublo y un aumento de la inflación.

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