Cartas al director

La ESO, a distancia de la familia

Estamos asistiendo en estos días a un asunto polémico, cual es el vivido en diversos núcleos rurales ante el inminente inicio de la enseñanza secundaria obligatoria y que va a obligar a que los pioneros de la ESO hagan algunos kilómetros hasta llegar al instituto donde les será impartida la reformada enseñanza, o bien, y como alternativa ofrecida por los anteriores responsables del MEC, sean separados de sus familias y acogidos en internados habilitados al efecto.Es esta alternativa ofrecida por el MEC, me figuro que debidamente consultada con sus asesores técnicos, el principal motivo de mi c...

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Estamos asistiendo en estos días a un asunto polémico, cual es el vivido en diversos núcleos rurales ante el inminente inicio de la enseñanza secundaria obligatoria y que va a obligar a que los pioneros de la ESO hagan algunos kilómetros hasta llegar al instituto donde les será impartida la reformada enseñanza, o bien, y como alternativa ofrecida por los anteriores responsables del MEC, sean separados de sus familias y acogidos en internados habilitados al efecto.Es esta alternativa ofrecida por el MEC, me figuro que debidamente consultada con sus asesores técnicos, el principal motivo de mi carta, pues no llego a entender cómo estos señores sean los mismos que hablan de mayor calidad de la enseñanza los mismos que pretenden a impulsar actitudes y valores humanos, mayor implicación de la familia en el proceso educativo y un sinfín de nuevos objetivos educativos que comparto, pero que creo que difícilmente se puedan conseguir a distancia de la familia y en el frío ambiente de un internado. A mi parecer, tales ofrecimientos entran en abierta contradicción con la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de protección jurídica del menor, ya que, como en la misma puede apreciarse, restringe el uso de internamiento a los casos de desamparo y desprotección social grave, siendo el espíritu y filosofía de la misma manifiestamente contraria a estas instituciones, reconociéndose tácitamente los desequilibrios que la separación del joven menor de edad provoca en su personalidad.

¿Estarían dispuestos los señores asesores y responsables del MEC a separarse de sus hijos menores de edad, incluso aunque fuera para recibir una enseñanza de tan alta calidad como la que se les promete?

¿No creen que se trata de dar una solución fácil a un complejo problema, y todo a costa de los riesgos de desadaptación que pueden provocar en el alumno, a quien se le promete una educación nueva con métodos y medios ya trasnochados, perjudiciales y caros como es el internamiento?

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Espero que pronto se imponga la sensatez y la coherencia con principios tan aceptados como la importancia de la convivencia familiar para los jóvenes y que se busquen alternativas en las que lo educativo prevalezca sobre otros aspectos, incluidos los económicos.

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