DIFUSIÓN

Los datos ocultos de las 'vacas locas'

Si desde el primer momento los científicos británicos hubieran hecho públicos los datos que tenían en sus manos para aconsejar a su Gobierno que admitiera, hace pocas semanas, que la enfermedad de las vacas locas podría transmitirse a humanos, la alarma social generada habría sido atenuada. Los investigadores de todo el mundo, y no sólo la comisión oficial asesora británica, habrían podido evaluar el alcance y trascendencia de los datos y explicar la situación tanto a sus respectivos gobiernos como a la población. En este sentido, se han manifestado científicos europeos, cuyas decla...

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Si desde el primer momento los científicos británicos hubieran hecho públicos los datos que tenían en sus manos para aconsejar a su Gobierno que admitiera, hace pocas semanas, que la enfermedad de las vacas locas podría transmitirse a humanos, la alarma social generada habría sido atenuada. Los investigadores de todo el mundo, y no sólo la comisión oficial asesora británica, habrían podido evaluar el alcance y trascendencia de los datos y explicar la situación tanto a sus respectivos gobiernos como a la población. En este sentido, se han manifestado científicos europeos, cuyas declaraciones recoge la revista Nature. La comunidad de investigadores de las encefalopatías espongiformes "se quedó paralizada" por la falta de datos, dicen.La necesidad de revisar los resultados de la investigación antes de hacerlos públicos -práctica obligada en la comunidad científica- no invalida este argumento, puesto que se podría haber agilizado el proceso de revisión. Una semana después de que el Gobierno del Reino Unido hiciera su incendiaria declaración, la revista médica The Lancet publicaba el artículo en que se detallaban los 10 casos de pacientes británicos con rasgos anómalos de encefalopatía espongiforme.

Los científicos responsables de la investigación, y ahora muchos que han podido evaluar la información, insisten en que no hay evidencia científica para asegurar que se ha producido un salto entre especies, de vacas a personas, de la enfermedad. Es inaceptable "desencadenar reacciones de pánico social basadas en presunciones que no han sido demostradas científicamente", afirma el francés Philippe Lazar. Su colega alemán Hans-Dieter Klenk considera que el fracaso británico para hacer públicos los datos clave disparó la histeria. George Pauli comenta en Nature que si se hubiera dado a conocer la información desde el primer momento, se habrían podido hacer "una evaluación independiente del riesgo y una discusión racional".

Charles Weissman, coordinador de la comisión de expertos convocada por la UE para analizar la situación y trazar líneas de investigación necesarias, está de acuerdo con las medidas adoptadas por los gobiernos para reducir el riesgo de contagio a humanos a partir del ganado vacuno británico. "Incluso si los datos no son convincentes o científicamente concluyentes, no hay más elección que actuar como si lo fueran", afirma.

Nature recuerda que en la víspera de la declaración oficial británica, los responsables de la investigación iban a presentar en París, en un congreso, los últimos, datos sobre la enfermedad de Creuztfeld-Jacob en su país, pero fueron advertidos por su Gobierno para que no lo hicieran. "Nos preguntamos si fue censura", comenta el experto francés Olivier Robain.

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