Cartas al director

Simiente de libertad

Recuerdo el 14 de abril de 1931; tenía 14 años y aquella calurosa tarde jugaba al fútbol en la calle de Orellana, desde Federico Gutiérrez a Marqués de la Ensenada, en Madrid; los coches, por aquel entonces, no interrumpían el partido entre los chavales del barrio. A la caída de aquella calurosa tarde interrumpimos el juego, ya que cerca, muy cerca, se oían vivas a la República; procedían de la calle de Génova; por ella, los tranvías bajaban cubiertos por una masa humana hasta en el techo, y su color amarillo sólo se distinguía en parte del tope delantero, justamente en el hueco donde estaba e...

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Recuerdo el 14 de abril de 1931; tenía 14 años y aquella calurosa tarde jugaba al fútbol en la calle de Orellana, desde Federico Gutiérrez a Marqués de la Ensenada, en Madrid; los coches, por aquel entonces, no interrumpían el partido entre los chavales del barrio. A la caída de aquella calurosa tarde interrumpimos el juego, ya que cerca, muy cerca, se oían vivas a la República; procedían de la calle de Génova; por ella, los tranvías bajaban cubiertos por una masa humana hasta en el techo, y su color amarillo sólo se distinguía en parte del tope delantero, justamente en el hueco donde estaba el conductor. Un griterío ensordecedor festejaba la llegada de la República. Mis recuerdos de aquel día son contradictorios, ya que un recuerdo es triste, porque el recuerdo es tiempo pasado. El otro es de satisfacción, ya que aquel día se sembró lo que tardaría años en florecer porque la simiente fue pisoteada, pero algo quedó, y al fin entre todos conseguimos que brotase con fuerza lo que deseábamos: la libertad.-

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