EL PARO EN LA UE

La Comisión confía en el crecimiento y las grandes redes para crear puestos de trabajo

El desempleo afectaba el pasado febrero a 18,3 millones de trabajadores, el 11% de la población activa de la Unión Europea (UE). Las expectativas de la Comisión para reducirlo a la mitad, fundadas en un mayor crecimiento económico y en la construcción de las grandes redes transeuropeas, se están demostrando demasiado optimistas. Una estimación del europarlamentarlo Ken Coates sobre los efectos del plan Rocard indica que éste podría crear tres millones de empleos, mientras que un instituto de Cambridge lo evalúa en diez millones.

En los últimos 25 años Europa ha cuadriplicado su desemple...

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El desempleo afectaba el pasado febrero a 18,3 millones de trabajadores, el 11% de la población activa de la Unión Europea (UE). Las expectativas de la Comisión para reducirlo a la mitad, fundadas en un mayor crecimiento económico y en la construcción de las grandes redes transeuropeas, se están demostrando demasiado optimistas. Una estimación del europarlamentarlo Ken Coates sobre los efectos del plan Rocard indica que éste podría crear tres millones de empleos, mientras que un instituto de Cambridge lo evalúa en diez millones.

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En los últimos 25 años Europa ha cuadriplicado su desempleo. En el período 1991-1994, perdió 6 millones de empleos. Su número de parados suponía el 11% de la población activa, frente al 6,5 en Estados Unidos y el 3% en Japón. Además, la "intensidad laboral" del crecimiento económico en la UE es inferior a la de sus principales competidores: necesita un 2% de crecimiento para generar un 1% de empleo. EE UU necesita sólo el 0,5% de crecimiento para esa misma generación de puestos de trabajo, y Japón, el 1%.Los cálculos básicos de la Comisión para reducir el paro a la mitad se han fiado en los últimos años a dos elementos combinados. Uno, el aumento persistente del crecimiento en torno al 3%-3,5%. Pero ya en el ejercicio 1995, a salvo de datos definitivos, se habrá situado en torno al 2,5%. Y ninguna proyección para este año es muy superior.

Otro, la puesta en práctica de distintos paquetes de medidas. Entre ellas destacan la liberalización de los mercados de trabajo; las políticas activas sobre determinados segmentos (como parados de larga duración) o actividades (apoyo a las iniciativas locales de empleo); y, sobre todo, la realización de las grandes redes transeuropeas de transporte. Es decir, los 14 grandes proyectos lanzados en Corfú, el verano de 1994. Éstos están empantanados por falta de financiación suficiente.

El presidente de la Comisión, Jacques Santer, topa con los ministros de Economía en su propósito de relanzarlos mediante un "pacto de confianza por el empleo". Este pretende afectar cerca de 300.000 millones de pesetas sobrantes de los gastos agrícolas comunitarios a estas grandes redes. Los ministros pretenden que el dinero sobrante vuelva a las arcas de los Estados miembros, para ayudarles a reducir el déficit presupuestario.

Es en este contexto, en el que se constata la insuficiencia de las estrategias adoptadas, en el que surge el plan Rocard, que empezará a discutirse formalmente el próximo martes en la Comisión de Asuntos Sociales y Empleo del Parlamento Europeo. Su autor se resiste a realizar una estimación sobre cuál podría ser el impacto de sus medidas, alegando que no se dispone de estadísticas precisas sobre las cargas sociales del empleo en los quince países de la Unión, y que el elemento de voluntariedad empresarial que infunde todo el proyecto dificulta el pronóstico.

Pero, como las ideas básicas de su proyecto llevan ya bastante tiempo discutiéndose entre los europarlamentarios, alguno de, ellos ha avanzado un cálculo. Es el caso del europarlamentario británico Ken Coates, quien en su informe del pasado junio estimaba que un esquema como el propuesto por Rocard de reafectación anual de más de 300.000 millones de ecus "podría crear tres millones de puestos de trabajo", aunque no especificaba en qué espacio de tiempo. Este mismo informe remitía al estudio del instituto Alphametrics, de Cambridge, según el cual los empleos creados por esta vía de la reducción de jornada podrían llegar incluso hasta 10 millones de empleos, "reduciendo las horas anuales en un porcentaje de hasta el 2,5% en un plazo de cinco años y de hasta el 3,5% durante un período de 10 años

Las experiencias de reducción de la jornada se han incrementado en los últimos años, pero de forma dispersa. La más famosa es la acordada por la dirección y los sindicatos en Volkswagen. Pero los organismos públicos no la financiaron: fue acompañada de reducciones salariales.

Un país que ha destacado en el manejo del horario de trabajo para crear empleos ha sido Holanda, que ha pasado globalmente de 39 a 35 horas semanales, convirtiéndose en uno de los pocos países europeos en que la tasa de paro es menor que la de diez años atrás. Pero no ha generalizado el sistema, sólo ha jugado con los contratos a tiempo parcial, especialmente concentrados en el trabajo femenino.

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