LA LIBERACIÓN DE ALDAYA

Aldaya adelgazó 22 kilos ante su cautiverio.

ETA retrasó dos meses la liberación del industrial ante la presión de los rastreos policiales

La liberación de José María Aldaya era esperada desde hace dos meses. Pero los intensos controles y rastreos policiales obligaron a los secuestradores a retrasar ese momento. "¿Cómo van a soltarle si está todo infestado de txakurras [policías]". Ésta fue la explicación que recibieron los intermediarios de la familia cuando, hace dos o tres semanas, hicieron averiguaciones en círculos próximos a ETA para saber por qué no llegaba el desenlace. El rescate, cifrado entre 100 y 125 millones, había sido pagado en dos entregas y nada explicaba el retraso. El desenlace Regó a primeras horas de la madr...

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La liberación de José María Aldaya era esperada desde hace dos meses. Pero los intensos controles y rastreos policiales obligaron a los secuestradores a retrasar ese momento. "¿Cómo van a soltarle si está todo infestado de txakurras [policías]". Ésta fue la explicación que recibieron los intermediarios de la familia cuando, hace dos o tres semanas, hicieron averiguaciones en círculos próximos a ETA para saber por qué no llegaba el desenlace. El rescate, cifrado entre 100 y 125 millones, había sido pagado en dos entregas y nada explicaba el retraso. El desenlace Regó a primeras horas de la madrugada de ayer, cuando el empresario, de 54 años, fue abandonado en un monte de Elgóibar (Guipúzcoa). Para él han quedado atrás. más de once meses de horror: encerrado en un agujero de tres metros de largo por uno de ancho y 1,90 de alto, oscuro y húmedo, hasta él punto de que se veía obligado a absorber el agua con una bayeta. Pese a lo minúsculo del agujero, todos los días lo recorría de punta a punta, calculando que ha caminado 20.000 kilómetros. Ha perdido 22 kilos y mucha vista.

José María Aldaya ha permanecido durante más de 11 meses en un minúsculo escondrijo por lo que se vio obligado a mantener una autodisciplina brutal para poder sobrevivir y superar esta "experiencia durísima", según relató ayer al periodista José María Calleja, de los servicios informativos de Canal +. Aprovechó su cautiverio para aprender euskera."Mi zulo medía tres metros de largo por uno de ancho. La altura era de 1,90 metros. Aún así me puse a andar todos los días. Habré recorrido cerca de 20.000 kilómetros durante todos los días", explicó. "Siempre hacia el mismo recorrido. Tocaba la pared y me daba la vuelta. Desde luego, no he estado en un chalé", explicó. Todos los días lo mismo: primero un paso, luego otro, a continuación un tercero y acababa con una cuarta zancada.

El industrial de Hondarribia tuvo que, idear un sistema para intentar medir el recorrido. Primero con bolitas de papel, después con garbanzos y finalmente mediante el rezo de avemarías: tantas avemarías eran tantos metros. En el centro del habitáculo había una lámpara qué debía sortear, bamboleando la cabeza, para evitar golpearse con ella.

"La vida es un reto que hay que vencer cada día", dijo Aldaya, quien ha dejado de fumar, ha perdido mucha vista y al que los terroristas le cortaron el pelo Durante 341 días sólo ha podido leer la sección de deportes de Egin y un manual de euskera.

Demacrado por el largo cautiverio, el recién liberado inició ayer mismo su proceso de adap tación paulatina a la normalidad, en una jornada de emociones intensísimas que restaña el desgarro profundo en que ha estado sumida su familia desde el 8 de mayo del pasado año, fe cha de su secuestro.

'Bendición del cielo"

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Feliz por encontrarse con vida arropado por su mujer, su madre y sus tres hijos, el hombre que ha vuelto del mundo que ETA tiene dispuesto para sus rehenes respondía ayer a los esos y abrazos. "Ha sido una bendición del cielo, la ayuda divina", confió a sus trabajadores e Alditrans.

En sus breves declaraciones a a Ertzaintza, el empresario donostiarra ha descrito el habitáculo en que ha estado encerrado de forma muy similar al que ocupó al anterior secuestrado por ETA, Julio Iglesias Zamora. Éste lo describió entonces como un ataúd blanco" que ocupó durante 117 días.

La policía desconfía de la ve racidad del testimonio de un hombre que ha estado bajo amenaza de muerte durante casi, un año y a la vista del estado físico y mental de Aldaya aparentemente satisfactorio Los investigadores no acaban de creerse que haya permanecido todo este tiempo recluido en un zulo tan angosto.

Tras inyectarle un somnífero, el comando abandonó a Aldaya en los primeros minutos de la madrugada en el alto de Azkárate, entre Elgóibar y Azkoitia, un punto distante apenas unos kilómetros del lugar en el que fue liberado su predecesor Julio Iglesias Zamora, secuestrado en 1993.

Las analogías apuntan en una misma dirección, pero el juego del equívoco, consustancial a toda actividad delictiva organizada, impide darles crédito. La localización del zulo resulta crucial, toda vez que, a lo largo de éste y del anterior secuestro, ETA ha comprobado que la policía no dispone de pistas que le permitan llegar al escondite. Y nada le impide acometer un nuevo secuestro.

Aldaya ha recuperado su libertad después de que su familia abonara entre 100 y 125 millones. Según fuentes policiales, esta cantidad es el monto total del rescate y el empresario no deberá pagar nuevos plazos tras recuperar la libertad.

La viceministra de Interior, Margarita Robles, aseguró ayer que ETA vive el momento más bajo de su historia "en cuanto al número de comandos" con que cuenta. Pero reclamó la unidad de todos los demócratas como mejor arma frente al terrorismo.

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