Maragall: "Sin el apoyo del poder local no será posible reformar la UE"

La Unión Europea (UE) corre el peligro de convertirse en "una máquina perfecta, pero sin alma, y sin alma se pierden todos los referendos". La máquina es el Tratado de Maastricht reformado desde la semana próxima, cuando empieza la Conferencia Intergubernamental(CIG) para modificarlo. El alma son "los poderes cercanos al ciudadano", regiones y municipios. Sin su apoyo, los referendos que varios Estados prevén para ratificar la reforma del tratado pincharán. Con esta advertencia se estrenó ayer Pasqual Maragall como nuevo presidente del Comité de las Regiones (CR) comunitario.

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La Unión Europea (UE) corre el peligro de convertirse en "una máquina perfecta, pero sin alma, y sin alma se pierden todos los referendos". La máquina es el Tratado de Maastricht reformado desde la semana próxima, cuando empieza la Conferencia Intergubernamental(CIG) para modificarlo. El alma son "los poderes cercanos al ciudadano", regiones y municipios. Sin su apoyo, los referendos que varios Estados prevén para ratificar la reforma del tratado pincharán. Con esta advertencia se estrenó ayer Pasqual Maragall como nuevo presidente del Comité de las Regiones (CR) comunitario.

Maragall estuvo muy institucional. Pero también muy guerrero en la defensa de los poderes "más próximos al ciudadano", la necesidad de "cubrir el déficit democrático de la Unión" y la urgencia de que la reforma de Maastricht se haga "escuchando a sus destinatarios". Si para ella no se usa la influencia de los poderes intermedios, insistió, "Europa puede perder todos los referéndos". El nuevo mandatario se propone convertir al CR en el "medio" que transmita la opinión ciudadana en los grandes asuntos, de la ampliación al Este al empleo, pasando por la política de cohesión, la moneda única y los problemas de seguridad interna y exterior.Para ello empezó inyectando "presión moral" sobre la CIG que comienza dentro de una semana. Y buscó aliados. Si alcaldes y presidentes regionales recogen la legitimidad del pueblo europeo "en su variedad", la Eurocámara lo hace "en su globalidad". Por eso el Comité le "reconoce la primacía institucional" y propone a su "aliado natural trabajar en conjunto". Primera piedra de esta complicidad: "Nuestro más firme apoyo a la legítima' demanda del Parlamento Europeo de obtener una representación en el seno de la CIG", que Francia veta. El alcalde de Barcelona abogó también por, la presencia de regiones y municipios en la reforma, aunque sea entrando por la ventana. El ejemplo es Alemania. Su delegación a la CIG estará compuesta por cuatro miembros del Gobierno federal y dos designados por los länder y los municipios. "Si es así, me extrañaría que en España no s ' e hiciese lo mismo", reclamó.Crear empleoAdemás de reclamar presencia, Maragall lanzó dos propuestas de contenido. Primera, que el tratado reformado incorpore la Carta de la Autonomía Local del Consejo de Europa. Y ello tanto por principio -"limita la tutela de las administraciones superiores, suprime la concepción paternalista de la Administración pública, fomenta la sociedad civil", apuntó- como por pragmatismo, pues "reconoce la mayor eficacia de la iniciativa local en asuntos clave como la creación de empleo".

Segunda, que regiones y municipios obtengan la legitimación activa para litigar ante el Tribunal de Luxemburgo, porque "el artículo 3-A del tratado restringe abusivamente su preámbulo", que consagra el principio de subsidiariedad -toma de decisiones por los niveles administrativos más cercanos al ciudadano-, limitándolo a los conflictos entre la Comisión y los Estados. "Si los Estados son subsidiaristas frente a Bruselas, pero no ha cia dentro de sí mismos, los ciudadanos no los creerán", apostilló Maragall. Ahora bien, consciente de que esta proliferación de posibles recurrentes ante el tribunal provoca la urticaria de los Gobiernos, el nuevo presidente dijo conformarse en una primera etapa con "el camino de en medio": que sea el propio Comité de las Regiones, en nombre de sus asociados, el que pueda litigar si se ignoran sus opiniones o no se las responde adecuadamente.

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