Un abismo entre chinos y taiwaneses

La zona económica especial de Xiamen tiene miedo de que huya el dinero de Taipei

ENVIADA ESPECIALHace ya años, más de seis, que trabajan y viven juntos, incluso hay veces que comparten ciertos puntos de vista, pero la mayoría de los taiwaneses que ha hecho de China su residencia temporal ha descubierto que un abismo insalvable les separa de los ciudadanos de la República Popular y sobre todo de su Gobierno. Desde que Taiwan empezó a invertir en Xiamen, una de las cinco zonas económicas especiales de China, los rascacielos han crecido como hongos y se levantan orgullosos sobre la descuidada arquitectura colonial, que en muchas partes amenaza ruina. Xiamen, una isla conectad...

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ENVIADA ESPECIALHace ya años, más de seis, que trabajan y viven juntos, incluso hay veces que comparten ciertos puntos de vista, pero la mayoría de los taiwaneses que ha hecho de China su residencia temporal ha descubierto que un abismo insalvable les separa de los ciudadanos de la República Popular y sobre todo de su Gobierno. Desde que Taiwan empezó a invertir en Xiamen, una de las cinco zonas económicas especiales de China, los rascacielos han crecido como hongos y se levantan orgullosos sobre la descuidada arquitectura colonial, que en muchas partes amenaza ruina. Xiamen, una isla conectada al continente por dos puentes y por el ferrocarril, está absorta en su búsqueda del desarrollo acelerado y hace como que no se entera de la disputa entre Pekín y Taipei.

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Tras la despreocupación de los chinos se oculta el miedo a que acabe el flujo de dinero, a que los taiwaneses se vayan y a volver atrás. Para los hombres de negocios es el miedo a perder sus empresas, a tener que abandonar un país donde todo está por hacer.

Shi Hong, un administrativo de 30 años, no encuentra explicación a la decisión china de realizar maniobras militares intimidatorias contra Taiwan, y la posibilidad de una invasión le parece impensable. "¿Podría el Ejército Popular de Liberación (EPL) matar a los niños de Taiwan?", se pregunta. "Es difícil. entender lo que está pasando, pero creo que éste no es el camino de la reunificación", señala de forma inusitadamente crítica contra el régimen para ser un ciudadano de la República Popular.

Xiamen se encuentra en mitad de la costa de la provincia de Fujian, separada de la isla taiwanesa de Quemoy por unos islotes. El hecho de que las maniobras militares se desarrollen a pocos kilómetros al sur y de que los cuatro misiles lanzados contra objetivos en el mar se dispararan desde una base secreta a sus espaldas no ha ínterrumpido1a vida en la ciudad, aunque su aeropuerto ha permanecido cerrado entre las 9.00 y las 14.00, hasta que el viernes por la noche la televisión nacional anunció el fin de las, pruebas con misiles. "Mi fábrica está en el interior, a 50 kilómetros de Xiamen, y vengo aquí casi a diario. No he visto ni un solo soldado, ni un tanque, ni nada que huela a ejército. Aquí trabajamos al mismo ritmo de siempre", afirma a un empresario norteamericano que acusa a los periodistas de "inflar" la situación y al Gobierno chino de "querer quedarse con todo el dinero de Taiwan".

La zona económica especial abarca Xiamen, un par de islas vecinas, varios islotes, y dos distritos en el continente, con una extensión total de 4.516 kilómetros cuadrados y 1,2 millones de habitantes. La vida en las fábricas, construidas recientemente gracias a la inversión exterior, se ha acelerado -en muchas se trabaja por turnos las 24 horas- en relación a la. ciudad de Xiamen, donde conviven el viejo espíritu comunista de no mover un dedo porque, te pagan lo mismo y el nuevo capitalismo chino interesado en hacer dinero hoy sin pensar en el mañana. Pero en el problema de Taiwan hay pocas diferencias. La opinión, generalizada de los xiameneses es "reunificación, sí; invasión, no". "En una guerra todos perdemos. El avance económico de estos años se echaría por la ventana, y China no puede permitírselo", subraya Fen Lihuang, de 40 años y encargado de una céntrica zapatería. Según Feng, Estados Unidos es el que "siembra la cizaña" entre Taipei y Pekín para que estalle una guerra y "Washington se enriquezca vendiendo, armas".

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Long Ruixiang, de 26 años, comparte el principio de alcanzar una reunificación pacífica, pero su única preocupación en esta crisis de los misiles es que EE UU no le conceda el visado para trabajar de camarero por 1.400 dólares brutos al mes (170.000 pesetas), según el contrato firmado con un club de Miami, Florida. No sabe nada del club ni de Miami, sólo que con ese dinero "pronto" podrá tener su propia empresa, y lo único que le obsesiona ahora es aprender mucho inglés.

Sueño independentista

Pi Gong, uno de los restaurantes más elegantes de la ciudad, pertenece a una sociedad taiwanesa, y su director también nació al otro lado del estrecho de Formosa. Luo Jianhui llegó a Xiamen en 1990, y asegura que el vivir aquí le ha convertido en "independentista". Luo aplaude la fórmula del presidente Lee Teng-hui de buscar cada día un mayor. peso internacional de Taiwan hasta conseguir el escaño en la ONU y después la independencia. "Si no es de esta forma, China nos invadirá", señala. En estos días su restaurante ha pasado de una media de 70 personas a una de 55, un descenso equivalente, según Luo, al que habrá en las inversiones taiwanesas en China una vez que las aguas se calmen tras las elecciones presidenciales de Taiwan, el día 23.Otros empresarios taiwaneses que no quisieron identificarse tienen puntos de vista muy parecidos a Luo: "Vivir aquí hace que no se quiera ser de este país". Pero, aunque la oposición a la reunificación está generalizada, todos coinciden en que "de momento, lo más importante es establecer un diálogo entre Taipei y Pekín para evitar una guerra".

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