Cartas al director

¿Final feliz?

Tengo 22 años y soy un estudiante español. Tras realizar mis estudios de Publicidad en la Universidad del País Vasco, decidí que tenía que aprender otro idioma además del inglés, idioma que definitivamente aprendí en Ohio, Estados Unidos, como exchange student, haciendo COU. Lamentablemente, este programa desde 1993 ha cambiado y ya no es una opción al arduo, árido e inservible año que el COU es en España.Pero no le escribo esta carta para hablarle de COU, sino de algo muy distinto que hoy me ocurre. Decidí venirme a Alemania para aprender alemán y de paso ampliar mi "cultura europea", ...

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Tengo 22 años y soy un estudiante español. Tras realizar mis estudios de Publicidad en la Universidad del País Vasco, decidí que tenía que aprender otro idioma además del inglés, idioma que definitivamente aprendí en Ohio, Estados Unidos, como exchange student, haciendo COU. Lamentablemente, este programa desde 1993 ha cambiado y ya no es una opción al arduo, árido e inservible año que el COU es en España.Pero no le escribo esta carta para hablarle de COU, sino de algo muy distinto que hoy me ocurre. Decidí venirme a Alemania para aprender alemán y de paso ampliar mi "cultura europea", concepto tan de moda ahora en España. Ingenuamente busqué información de becas en la Universidad, ayuntamientos, instituciones privadas, Instituto de la Juventud, etcétera; la búsqueda, después de tres semanas, resultó inútil, nadie me ayudaría a realizar esto, ni había nadie que supiese nada del asunto, "...¿a Alemania?, ¡ufff!, igual a Inglaterra hay algo ésta puede ser una de las respuestas más informadas que recibí.

La única solución que encontré fue, ¡cómo no!, pagártelo tú solito, pero, como me temía, los programas de este tipo son de un precio prohibitivo, entre las 300.000 o 400.000 pesetas al mes; pero tuve suerte y encontré un programa por sólo 200.000 pesetas al mes. Después del susto, decidí venirme, sin saber qué iba a hacer después de las cuatro semanas; dos cosas tenía claro: que ni mis padres me podían pagar esto al mes y que no iba a recibir ningún tipo de ayuda por parte de nadie, en España. La buena suerte me acompaña y encontré una forma de sobrevivir, cuidando niños y haciendo de putzer, es decir, limpiando. Uno se acostumbra a todo y, después de todo, la familia con la que estoy no está mal. ¿Final feliz?

Este aparente final conformista y feliz no me hace olvidar a todos aquellos que no se pueden pagar ni el Orimer mes fuera, ni a los que ni se plantean pasar por todo lo que he pasado para aprender un idioma en una llamada Unión Europea; la unión de algo empieza por la amistad, el idioma, la cultura, el respeto y el entendimiento entre los pueblos que formamos esta UE. Como ni soy el primero ni el último, le cuento esto para que le sirva de reflexión; éstas son todas las barreras que cada día los jóvenes de la Unión se encuentran en España.-

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