Eucaliptos y pino foráneo invaden miles de hectáreas en los parques nacionales

Erradicar estas especies madereras cuesta en torno a 250.000 pesetas por hectárea

La presencia de eucaliptos y pinos no autóctonos en el corazón de los parques nacionales es el mejor ejemplo de los disparatados criterios con que se han realizado repoblaciones forestales entre los años cuarenta y ochenta. Miles de hectáreas de estas especies importadas crecen junto a las valiosas marismas de Doñana, en el bosque mediterráneo de Cabañeros y en la joya del Terciario que es el bosque de laurisilva de Garajonay, en La Gomera. Ahora, acabar con una hectárea de eucalipto es un proceso laborioso y caro, de unas 250.000 pesetas por hectárea en terreno liso; medio millón, si hay pend...

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La presencia de eucaliptos y pinos no autóctonos en el corazón de los parques nacionales es el mejor ejemplo de los disparatados criterios con que se han realizado repoblaciones forestales entre los años cuarenta y ochenta. Miles de hectáreas de estas especies importadas crecen junto a las valiosas marismas de Doñana, en el bosque mediterráneo de Cabañeros y en la joya del Terciario que es el bosque de laurisilva de Garajonay, en La Gomera. Ahora, acabar con una hectárea de eucalipto es un proceso laborioso y caro, de unas 250.000 pesetas por hectárea en terreno liso; medio millón, si hay pendientes.

La expansión del eucalipto sigue levantando encendidas polémicas hoy en día. La última, la batalla de Greenpeace contra una plantación de Celulosas de Asturias en la cuenca asturiana del Esva, declarada Paisaje Protegido.Carlos Ibero, experto en bosques. de Adena / WWF y Fondo Patrimonio Natural Europeo, indica que las zonas que más han sufrido la invasión de eucaliptos son Huelva, Extremadura y la cornisa cantábrica, con especial incidencia en Galicia. Otro trabajo del ecólogo Fernando Prieto para la misma asociación señala que los cultivos forestales -eucaliptos, chopos, algunos pinos, como el insigne- y las repoblaciones han ido comiendo demasiado terreno al bosque maduro de robles, hayas, castaños y pinos autóctonos, hasta suponer ya más de un tercio de la superficie arbolada.

El Ministerio de Agricultura tiene una finca de 2.300 hectáreas, Lugarnuevo, en el Parque Natural de Monfragüe (Cáceres), firme candidato a convertirse en parque nacional. Pues bien, la finca es un inmenso eucaliptal, en pendiente, plantado en los años setenta. Muy difícil de erradicar, pues la introducción de maquinaria sometería al terreno a un impactante proceso de erosión. Eliminarlo, podría suponer una inversión de mil millones.

En Doñana quedan nada menos que 1.300 hectáreas de eucaliptos. En otras 300 hectáreas se empezó a trabajar en 1989 y ya se ha erradicado. Según explica Alberto Ruiz del. Portal, jefe de área de Parques Nacionales, "donde se podía actuar ya se ha actuado, porque eran fincas del Estado". "Los eucaliptales que permanecen", sigue, "corresponden a los terrenos donde se han hecho las últimas expropiaciones". Algunos eucaliptos de mayor porte se mantienen, sin embargo, porque en ellos anida el águila imperial. Rebrota ocho veces

Jesús Casas, uno de los mayores expertos en España en gestión de espacios naturales tras su paso por la dirección de Doñana, Tablas de Daimiel y el organismo Parques Nacionales, explica la terquedad del eucalipto: "No basta con cortarlo, porque rebrota hasta ocho veces. Hay que matar las raíces o arrancarlas. Matarlas supone usar un fitocida que supone cierto envenenamiento del suelo, por lo que sirve sólo para casos aislados. Arrancar, lo que se llama destoconar, es una operación costosa que requiere del uso de maquinaria. En suelos llanos y arenosos no implica un gran impacto, pero si hay pendientes o el suelo es pedregoso el efecto de erosión puede ser grave". Casas indica que el "gran pecado" del eucalipto es su insaciable consumo de agua, lo que unido a la acidez de sus hojas caídas deja el suelo donde crece con un aspecto desolador.

Además, uno de los principales trabajos de gestión en Doñana es el aclaramiento de los pinares. En los cincuenta se repobló por siembra con tan poca racionalidad que la densidad actual no permite que entre ni un rayo de sol ni puedan habitar los conejos. Se han aclarado ya, unas 2.000 hectáreas, y todavía quedan 500. En el parque natural del entorno de Doñana, la Junta de Andalucía también ha llevado a cabo operaciones similares, con éxito.En Garajonay, Patrimonio de la Humanidad, el problema es el pino pinaster -ajeno a la vegetación del archipiélago- El proceso para. desterrarlo, según explica Ruiz del Portal, es laborioso: se procede a un aclaramiento cada vez mayor para que vaya ganando espacio la vegetación autóctona de laurisilva.Estrangulados

A los últimos ejemplares de pino exótico que quedan en pie, aislados, literalmente se les estrangula. Un anillo bien prieto interrumpe la circulación de la savia. Se seca y pudre. Y donde había un pinar queda un bosque de laurisilva, vegetación representativa de la Era Terciaria, anterior a las glaciaciones, y cuyas muestras en Europa sólo sobreviven en las Canarias, en Madeira y Azores. Llevan 30 años haciéndolo.

En el Parque Nacional de Picos de Europa, también hay un eucaliptal de 200 hectáreas en una ladera del monte, enfrente del monasterio de Covadonga. En la zona de Liébana hay pino insigne..

En Cabañeros crece poco eucalipto, pero algo hay. El director de este parque, José Jiménez, hace cálculos: 16 hectáreas en la raña. El pino pinaster abunda más: 3.000 hectáreas en la finca propiedad del Ministerio de Defensa. "Las partes de umbría", explica el. director, "son incluso bellas, se hicieron hace más de 30 años, y están muy naturalizadas, bastante integradas. Sin embargo, la parte de la solana, una repoblación de los años ochenta, está mucho peor, se hizo mediante aterrazamiento".

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