Lluvia de elogios internacionales

Las diplomacias europeas y norteamericana recibieron el nombramiento de Carlos Westendorp con satisfacción. Fuentes de la Comisión Europea destacaron su "papel muy positivo" al frente del Grupo de Reflexión que preparó el documento-base para la Conferencia Intergubernamental (CIG) que debe reformar el Tratado de Maastricht recién aprobado en Madrid.

Este último trabajo de Westendorp ha consolidado su figura, ya conocida en Bruselas como secretario de Estado, embajador y miembro del equipo que negoció la adhesión de España. Expresión de ese reconocimiento, fue la carta enviada el pas...

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Las diplomacias europeas y norteamericana recibieron el nombramiento de Carlos Westendorp con satisfacción. Fuentes de la Comisión Europea destacaron su "papel muy positivo" al frente del Grupo de Reflexión que preparó el documento-base para la Conferencia Intergubernamental (CIG) que debe reformar el Tratado de Maastricht recién aprobado en Madrid.

Este último trabajo de Westendorp ha consolidado su figura, ya conocida en Bruselas como secretario de Estado, embajador y miembro del equipo que negoció la adhesión de España. Expresión de ese reconocimiento, fue la carta enviada el pasado día 6 a González por el presidente francés, Jacques Chirac, y el canciller alemán, Helmut KohI, en la que se reconocía su "excelente trabajo".

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El Foreign Office británico comparte esta opinión. "Tenemos un gran respeto por la habilidad con que dirigió una responsabilidad nada fácil, buscando el consenso de los Quince en la identificación de los retos de la CIG", dijeron a este periódico.

Por su parte, el embajador de EEUU ante la UE, Stewart E. Eizenstat, destacó su "decisiva acogida", hace un año, a la idea de reformar la vieja Declaración Trasatlántica de 1990 que ligaba a ambas potencias. Esa propuesta cuajó en la Nueva Agenda Trasatlántica firmada en Madrid.

Westendorp, criticado en su ministerio por su casi exclusiva dedicación al Grupo de Reflexión en los últimos meses, cae bien en la prensa europea por la transparencia que imprimió a su tarea. "Tuvo que lidiar con los estrépitos británicos, la reticencia francesa, el idealismo alemán" y el "fundamentalismo supranacional" en "una misión casi imposible", escribía el Financial Times el pasado día 6.

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