Cartas al director

Estercolero, si, pero...

Con relación al artículo de Luciano G. Egido, en el que dice: "Madrid es un estercolero gracias a las palomas, que manchan sus calles con la complicidad de esas viejecitas siniestras que les dan migas de pan y son capaces de matar a su padre...".Quisiera puntualizar lo siguiente: Madrid es, desde luego, un estercolero, pero no por las palomas, lo es por las litronas, las cajetillas de tabaco, los kleenex, las latas de bebida, los papeles, etcétera, por la pésima educacion e insolidaridad de la mayoría de los españoles que hacen de la calle su cubo de basura.

Siempre he sentido gr...

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Con relación al artículo de Luciano G. Egido, en el que dice: "Madrid es un estercolero gracias a las palomas, que manchan sus calles con la complicidad de esas viejecitas siniestras que les dan migas de pan y son capaces de matar a su padre...".Quisiera puntualizar lo siguiente: Madrid es, desde luego, un estercolero, pero no por las palomas, lo es por las litronas, las cajetillas de tabaco, los kleenex, las latas de bebida, los papeles, etcétera, por la pésima educacion e insolidaridad de la mayoría de los españoles que hacen de la calle su cubo de basura.

Siempre he sentido gran admiración por esas bondadosas personas, más o menos mayores, que dan comida a las palomas en las ciudades inhóspitas.

Considero un insulto hacia esas personas las palabras del señor Egido. ¿Qué derecho tiene para juzgar sin conocer a la gente? Quienes se compadecen del hambre de unas pobres aves no son seres siniestros ni rencorosos.

Cuando se celebra un evento como los Juegos Olímpicos, sueltan miles de palomas que luego crean problemas de superpoblación; el final siempre es trágico para las aves, que son gaseadas, como ha ocurrido en Barcelona y varias ciudades más. Hay que ser responsables y controlar la población de las palomas través de piensos anticonceptivos, como se está haciendo en muchos países europeos por parte de los ayuntamientos. En la plazas de toda Europa durante siglos ha habido palomas, que no han estropeado los monumentos. Es ahora, gracias a la contaminación de nuestros coches y calefacciones, cuando les ataca el mal de la piedra.- Portavoz de Alternativa para la Liberación Animal.

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