Cartas al director

Los peligros del ciberespacio

Mi condición de catalanohablante favorece que lea hasta el final y con cierta sonrisita todas las informaciones publicadas en este diario con títulos del tipo "El español peligra". La tensión labial no viene provocada por algún hipotético deseo de venganza histórica o de revanchismo sociolíngüista, sino por el hecho de comprobar que la paranoia en este asunto no queda limitada a los catalanes. Después de leer que peligra en Puerto Rico, Manila, Nueva York y -¿por qué ir tan lejos?- en la escalera de mi piso, ahora me explican que "el español peligra en el cíberespacio" Juan Cavestany, Nueva Yo...

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Mi condición de catalanohablante favorece que lea hasta el final y con cierta sonrisita todas las informaciones publicadas en este diario con títulos del tipo "El español peligra". La tensión labial no viene provocada por algún hipotético deseo de venganza histórica o de revanchismo sociolíngüista, sino por el hecho de comprobar que la paranoia en este asunto no queda limitada a los catalanes. Después de leer que peligra en Puerto Rico, Manila, Nueva York y -¿por qué ir tan lejos?- en la escalera de mi piso, ahora me explican que "el español peligra en el cíberespacio" Juan Cavestany, Nueva York, 2 de septiembre). Peligra porque hay un agresor planetario, el inglés, que es muy malo y que, por lo. que se ve, quiere que todo el mundo hable igual que él. Sus cómplices, miles de inconscientes hispanohablantes que prostituyen su lengua materna a la hora de expresarse con compatriotas, cuando no renuncian ya de entrada a ello pasándose como quintacolumnistas al ejército del malo, o sea, el inglés.

Pues si EL PAÍS cree que el español peligra en el ciberespacio, yo, catalanohablante, tendría que sentirme como un pececito de colores merodeando el atolón de Mururoa. Y, sin embargo, soy un fan (perdón, un entusiasta) tan apasionado con este nuevo canal de comunicación que he convertido lo que era un hobby (perdón, una afición) en la fuente de mi trabajo. Y es que estoy convencido de que el español, el catalán, el inglés y toda lengua presente en las redes electrónicas están peligrando afortunadamente por igual.

Primer asunto. ¿El inglés peligraba cuando los técnicos adoptaron un término griego para denominar la cibernética? ¿Peligraba cuando utilizó la raíz de este término para inventarse la expresión cyberspace? ¿Peligra menos la lengua por el hecho de que escriba modem sin acento y en cursiva? Todo esto me parece justificable, los científicos americanos buscaron en una lengua clásica la denominación de la ciencia que estaban creando y miles de hispanohablantes recurren a la lengua ya clásica de la comunicación electrónica, el inglés, para llenar campos semánticos que el español aún no ha abarcado.

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Segundo asunto. La popularización de las redes electrónicas pone en peligro todas las lenguas por igual, porque lo que ataca la nueva comunicación integrada es la propia construcción del lenguaje. ¿Ataco el español si en mi correo electrónico le digo a alguien que estoy contento: -) o muy contento: -D o triste: -) o incluso llorando: 7-)?

Conclusión (la mía, por supuesto). El español corre peligro en el ciberespacio, pero el culpable no es el inglés, sino el propio ciberespacio, un canal eminentemente audiovisual donde las letras reguladas por las gramáticas tradicionales son un elemento comunicativo, más.-

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