La Policía Municipal requisa 500 cintas de vídeo 'piratas' en el Rastro

"Mira, aquí tienen pelis porno ", dice un chaval a otro. El tenderete, situado en el Rastro madrileño, en la plaza del Campillo, exhibe un centenar de cintas de vídeo. La mayoría, títulos pómográficos. Inspectores de la Federación Antipiratería y la Policía Municipal actuaron ayer sobre nueve puestos, sospechosos de trapichear con películas flegales. El botín requisado: 506 copias falsas. De sexo duro, 454; y el resto de coplas y acción. Traducido en dinero: 2,5 millones de pesetas, dicen los antipiratas.

"Qué pasada", se emociona el chico ante tanta protuberancia en las carátulas. Los ...

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"Mira, aquí tienen pelis porno ", dice un chaval a otro. El tenderete, situado en el Rastro madrileño, en la plaza del Campillo, exhibe un centenar de cintas de vídeo. La mayoría, títulos pómográficos. Inspectores de la Federación Antipiratería y la Policía Municipal actuaron ayer sobre nueve puestos, sospechosos de trapichear con películas flegales. El botín requisado: 506 copias falsas. De sexo duro, 454; y el resto de coplas y acción. Traducido en dinero: 2,5 millones de pesetas, dicen los antipiratas.

"Qué pasada", se emociona el chico ante tanta protuberancia en las carátulas. Los títulos, de lo más sugerente: Dulces conejos desvergonzados, Puños atrevidos, Lluvia dorada, Triple X, Clínica deseos.... A 1.000 pesetas cada una. "Cómo me ponen", insiste el joven. Algunas son cintas piratas. "Da igual. Para pasar el rato, no importa la calidad", dice tajante.Al otro lado del mostrador, varios inspectores de la Federación Antipiratería (FAP) acompañados de agentes municipales revisan varias cajas repletas de copias. "Todas son fálsas", sentencia el experto antipirata.

En total, 379 títulos de puro sexo duro requisados en la esquina porno como han bautizado los clientes al tenderete. "Me han jodido vivo", proclama el titular del puesto. En 12 años, dice, es la primera vez que la policía interviene su mercancía.

Juega con la calderilla que guarda en el pantalón. Está nervioso. "Aquí se vende de todo, para eso es el Rastro. Esto no es para beneficio del consumidor, sino para las arcas municipales", señala. Esta idea difiere de la opinión del director de la FAP, José Manuel Tourne. "Tenemos que acabar con la idea de que todo lo que se compra en el Rastro tenga una procedencia dudosa. Debería ser todo legítimo", explica.

"El 91 tiene movida", anuncia un municipal. A mitad de la calle Mira el Sol, el hombre que atiende el puesto increpa a los policías. "Voy a coger el número de las placas y os vais a enterar", grita.

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Falsificaciones perfectas

Sin mediar palabra, el director de la FAP revisa unas cajas con decenas de películas. "Esas no están a la venta. Mirad sólo las que tengo en el mostrador y dejad eso", insiste el vendedor. "Tranquilo, lo tienes en orden", media el inspector, que sólo ha encontrado dos copias ilegales: El aire de un crimen y Agatha.

"Son falsificaciones tan perfectas que ni él mismo sabe que lo son", comenta el experto antipirata. "Me habéis puesto muy nervioso y además me falla el corazón", se disculpa el hombre del puesto.

El siguiente punto sospechoso está en la plaza General Vara del Rey, esquina con la calle de Carlos Arniches. Tal vez por eso le quedó al hombre del puesto cara de sainete. "Pero ¿me van a meter en algún laberinto?", decía Antonio.

Es conocido en el Rastro por vender ropa usada a 200 pesetas. Y desde hace algún tiempo películas de vídeo. "Las compro en supermercados [enseña dos títulos (Terminator y Delta Force) que compró el sábado en Pryca a 495 pesetas cada una] y las vendo a 1.000 pesetillas. También las cambio. Pero no pensaba que estuviera haciendo mal" explicaba, mientras atendía a una clienta que por 600 pesetas se llevó tres prendas.

Nervioso, miraba a los inspectores. Abrían y cerraban estuches. Apilaban las falsas. Una recopilación de 50 películas de rancio folclor. "¿Pero se las llevan?", pregunta Antonio. "Sí. Firme aquí", señala el agente. "Mire, yo no tengo conocimientos. Pensaba que todo lo tenía bien. Viene un señor, te cambia una película, tú la vendes, y así siempre. El trapicheo de siempre del Rastro", explica el asustado vendedor.

La sanción para este tipo de delitos, explica el director de la FAP, incluye una pena de arresto mayor de un mes y un día a seis meses, una multa que puede ir de las 175.000 pesetas a los tres millones de pesetas, más una indemnización a las distribuidoras. "Tenemos que perseguir este tipo de fraude porque se mueve mucho dinero", asegura Tourne.

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