Editorial:

Acusaciones de un terrorista confeso

EL EX SECRETARIO general de los socialistas vizcaínos Ricardo García Damborenea, hoy en las cercanías del PP, acusó ayer al presidente Felipe González de autorizar y dar amparo político a los GAL. Por toda prueba dijo haber hablado en varias ocasiones sobre el tema con el jefe del Gobierno, aunque se negó a detallar dónde y cuándo. González ha tachado de falsa la acusación, ha asegurado que jamás habló con Damborenea sobre la lucha antiterrorista y ha anunciado que emprenderá acciones penales contra él. En cualquier caso, se trata de una bomba política, no por esperada menos explosiva, que deb...

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EL EX SECRETARIO general de los socialistas vizcaínos Ricardo García Damborenea, hoy en las cercanías del PP, acusó ayer al presidente Felipe González de autorizar y dar amparo político a los GAL. Por toda prueba dijo haber hablado en varias ocasiones sobre el tema con el jefe del Gobierno, aunque se negó a detallar dónde y cuándo. González ha tachado de falsa la acusación, ha asegurado que jamás habló con Damborenea sobre la lucha antiterrorista y ha anunciado que emprenderá acciones penales contra él. En cualquier caso, se trata de una bomba política, no por esperada menos explosiva, que debe ser desactivada ante el órgano de la soberanía popular. Varios grupos parlamentarios se han apresurado a pedir la comparecencia de González ante un pleno extraordinario del Congreso. González prefiere esperar a la sesión ordinaria del mes de septiembre. Pero la gravedad de la acusación exige una respuesta inmediata. Pasa a la página 8 Acusaciones de un terrorista confesaViene de la primera página

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Damborenea basa su imputación en dos elementos desordenadamente esgrimidos en la multitudinaria y caótica conferencia de prensa ofrecida ayer después de declarar ante el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón. El primer elemento acusador corresponde a una teoría compartida en los últimos. años por buena parte de la opinión pública española, consistente en atribuir el diseño de toda la estrategia de guerra sucia contra ETA a una decisión tomada y aprobada desde altos organismos del Estado y, más en concreto, por el propio presidente del Gobierno. El segundo elemento acusador, que trataría de dar fuerza al anterior, es su propio testimonio personal como interlocutor de González en varias conversaciones en. las que se habría hablado sobre los GAL. Por el momento no hay, testigos, no hay fechas, no hay circunstancias verificables. Y una acusación de este calado debe ser probada.

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No hay novedad respecto a la dirección que sigue la flecha acusadora en el caso GAL, desde que los ex policías Amedo y Domínguez decidieran arrepentirse, confesar y tirar de la manta. La única tabla de salvación para una pandilla de delincuentes que han secuestrado y asesinado, y en algunos casos además se han enriquecido, bajo la coartada obscena de combatir el terrorismo, es implicar en sus actividades al mayor número posible de responsables políticos, hasta alcanzar. al máximo responsable del Gobierno. Son numerosos los medios de comunicación que se han hartado en los últimos meses en repetir el sonsonete de que el señor X es Felipe González, como si de un mantra para traer la lluvia se tratara, sin que hubiera entonces pruebas que permitieran efectuar esta imputación, aunque con ello se iba creando un efecto inducido sobre el ánimo de los ciudadanos.

Hay algunos datos importantes de la trayectoria de García Damborenea que ayudan a comprender la ceremonia de denuncia pública realizada ayer. Se conoce su actitud ante el nacionalismo vasco, no únicamente ante ETA, y las posiciones críticas de buena parte de sus compañeros de partido, claramente disidentes respecto las apologías del terrorismo antiterrorista realizadas en el pasado por Damborenea. En 1990 fue expulsado del PSOE, y en la campaña para las elecciones europeas de 1994 mitineó junto a Aznar. No es difícil suponer una actitud de animadversión hacia el PSOE, hacia sus antiguos compañeros y hacia González en concreto, al margen del interés personal que pueda tener por cuenta de su propia situación como imputado en el caso GAL

Estas especiales circunstancias no anulan la gravedad de su testimonio público, en una conferencia de prensa que constituyó una nueva apología de la guerra sucia contra el terrorismo. Sus palabras de ayer permiten hacer, como mínimo, una primera distinción entre su posición y la de González y los otros personajes políticos implicados por su acusación. El actual Gobierno y los actuales responsables socialistas han venido condenando con insistencia, sobre todo en los últimos años, el terrorismo de Estado. Ricardo García Damborenea calificaba todavía. ayer de detención el secuestro de Segundo Marey y no se dignaba desgranar ni la más mínima frase de piedad o de disculpa en relaciónal dolor desencadenado por su actividad criminal, mediante secuestros y asesinatos que afectaron además en algunos casos a personas perfectamente ajenas al terrorismo de ETA.

Justificar los GAL

Nada más parecido a un terrorista de ETA que el terrorista de los GAL que compareció ayer en conferencia de prensa. Porque Damborenea sí asumió la paternidad de los GAL, en primera persona y sin atenuantes. Eso sí, para, que el efecto penal no sea excesivo, se limitó a admitir su participación directa en un secuestro. Porque en realidad, hay algo que ha quedado perfectamente establecido tras las palabras de Damborenea: se ha producido por primera vez una reivindicación política de la actividad criminal de los GAL; quien la realiza ha asegurado -además que, personalmente animó al presidente del Gobierno a adoptar esta línea de comportamiento terrorista y confiesa, en cualquier caso, su participación en reuniones destinadas a organizar el secuestro de Segundo Marey. Deberá ser trabajo de la justicia, y en alguna medida de Damborenea, probar la verdad de las acusaciones que implican a otras personas.

¿Cuándo y cómo se decidió el diseño de la estrategia de los GAL? ¿Quiénes participaron en estas reuniones? ¿Cuándo y en qué circunstancias Damborenea y González intercambiaron impresiones sobre las actividades de los GAL? De nada sirven imputaciones genéricas, Y menos si éstas se limitan a conversaciones privadas sin testigos, que pueden quedar invalidadas -palabra contra palabra- por el mentís de González. Hay que proporcionar fechas, participantes y detalles concretos. La alusión. a que todos los españoles mayores de 25 años conocían perfectamente la actividad de los GAL redondea de forma nauseabunda el intento de amparar los ensueños criminales de Damborenea bajo el manto de una especie de complicidad social. ¿No será que una parte del aparato del Estado y del socialismo vasco, que representaba Damborenea quiso obtener complicidades y buscó guiños de comprensión de instancias superiores para ir cubriendo sus actividades ilegales? Ésta es, ciertamente, una hipótesis piadosa, pero, tras escuchar a Damborenea, debe quedar perfectamente probado que no obtuvo respuesta alguna positiva.

El testimonio del ex secretario socialista indica que, como mínimo, hubo quien intentó organizar grupos armados contra ETA al amparo del aparato del Estado y de la pasividad del Gobierno y de su presidente, y esto constituye, en el fondo, lo más sustancial y grave, de su testimonio. Probada la catadura moral y política de Damborenca, ahora González y los demás ex ministros y políticos señalados por el dedo acusador deberán probar, no ya que no fueron los organizadores de los GAL, sin algo más serio por menos trivial, y es que no ampararon ni fueron los cómplices pasivos de las sucias actividades de esta pandilla de delincuentes. Debe haber pruebas validables ante los tribunales, naturalmente, pero también explicaciones políticas ante la misma opinión pública que ha escuchado aturdida las acusaciones de un terrorista reivindicando su crimen y buscando la cobertura de mayores responsables. La duda, la falta de pruebas o la propia imposibilidad de probar hechos inciertos puederí anular las responsabilidades penales, pero no pueden arrumbar las políticas.

Éstas no afectan sólo al Gobierno, a su presidente y al partido socialista, sino incluso a todos los ciudadanos, a los que se quiere ahora hacer cómplices pasivos de las andanzas criminales de una pandilla de asesinos. Los ciudadanos tienen derecho a contar, en cualquier caso, con una garantía absoluta por parte del actual Gobierno y del que le pueda suceder tras las próximas elecciones generales: no debe haber indulto alguno para quienes han situado al Estado a los pies de los caballos, quienes han jugado con la democracia y con los derechos, y libertades de los ciudadanos y quienes han alimentado al terrorismo de ETA con el peor combustible, que es el de un antiterrorismo igualmente criminal.

Nadie se ha mostrado por ahora partidario de tal medida, pero cabe sospechar que Damborenea y sus amigos puedan intentar alguna transacción con quienes pueden encargarse del Gobierno en los próximos meses, de forma que con sus revelaciones. acelerarían el relevo en el poder a cambio de medidas de gracia una vez se haya producido el cambio. Es obligación de todos, pero especialmente de José María Aznar, descartar de una vez por todas la posibilidad, moralmente repugnante de un chalaneo tan anticonstitucional como éste.

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