"Europa, no me olvides"

Noruega se aferra al EEE para no quedar descolgada de los Quince

A seis meses del referéndum que dio al traste por segunda vez con su noviazgo europeo, Noruega se siente sola. Los partidarios de la adhesión se muestran decepcionados. Los contrarios, circunspectos. La élite confía en que los vecinos nórdicos les ayuden a superar el aislamiento, pero finlandeses y suecos "andan muy ocupados" con Bruselas. Y se aferra al casi vacío Espacio Económico Europeo (EEE) como tabla de salvación para sus relaciones con los Quince. La rica economía sigue tirando."Respetamos mucho lo que decidió la ciudadanía", musita con un deje de amargura Grete Knudsen, la ministra so...

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A seis meses del referéndum que dio al traste por segunda vez con su noviazgo europeo, Noruega se siente sola. Los partidarios de la adhesión se muestran decepcionados. Los contrarios, circunspectos. La élite confía en que los vecinos nórdicos les ayuden a superar el aislamiento, pero finlandeses y suecos "andan muy ocupados" con Bruselas. Y se aferra al casi vacío Espacio Económico Europeo (EEE) como tabla de salvación para sus relaciones con los Quince. La rica economía sigue tirando."Respetamos mucho lo que decidió la ciudadanía", musita con un deje de amargura Grete Knudsen, la ministra socialdemócrata de Comercio de, un Gobierno al que le toca administrar los efectos del voto negativo del 29-N, pues "los del no carecían de proyecto y organización para la alternativa". "Fue un ejercicio democrático impecable, con la más alta participación", subraya Erik Solheim, presidente del Partido de Izquierda Socialista, que basó su campaña en la independencia -Noruega es un Estado reciente, 1905-, la conservación del bienestar -aquí no hay muy ricos ni muy pobres- y la geografía humana, porque "si no hay pesca, no hay gente".Hoy, para Noruega, "el problema consiste en que no vemos los Problemas". Así pone el dedo en la llaga el presidente de la patronal, Diderik Scnitler. Scnitler, vicepresidente de la ingeniería Kvaerner, el grupo industrial líder en construcción naval, lamenta que las políticas fundamentales se decidan en otros despachos, lejanos, sin influencia alguna de su país. Con el riesgo de que una guerra comercial se salde a costa del salmón noruego. Y con la desventaja de no exhibir la marca UE en la lucha por abrir mercados.Los diplomáticos se las ven y desean. "No estamos en los sitios donde se genera la información", lamenta Kaci Kullmann, portavoz del Partido Conservador para asuntos exteriores. Noruega pertenece a la OTAN, pero se entera por los periódicos de las propuestas de los otros europeos, como la reciente idea de proponer a Rusia un tratado de seguridad: había cuajado en un Consejo de Asuntos Generales de la UE.

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La antesala del ingreso

Por eso la clase dirigente se aferra como a un clavo ardiente al EEE, esa antesala del ingreso en la UE que Bruselas inventó para integrar a los países de la EFTA (Asociación Europea de Libre Comercio). Sólo alberga ya a Noruega, Islandia y Liechtenstein. "Necesitamos su ayuda, mucha gente en la UE no se acuerda de que, al estar en el EEE, formamos parte del mercado interior", -salvo en agricultura y pesca-, "pero podemos aportarles mucho", insiste Knudsen.

Hasta tal punto se contempla en Oslo al EEE como cabo para no perder el barco comunitario que quienes defendieron la salida del mismo ya han dado marcha atrás: "Ahora somos menos euroescépticos", justifica Solheim. Pero, como políticamente el EEE es tan poca cosa, el Gobierno busca el apoyo de sus vecinos más inmediatos, reactivando el Consejo Nórdico, que reúne alos tres escandinavos, a Islandia y Dinamarca, en un espacio de libertad de circulación de personas y mercancías. Tampoco es fácil. "Debemos mantener la presión para que no nos olviden", dice la ministra.

La angustia del aislamiento -la economía noruega depende en un 80% del comercio exterior- es por el largo plazo. "Todavía no notamos los efectos de la no adhesión", constata el exgobernador del Banco Central, Hermond Skanland, melancólico porque la integración "habría disparado nuestras exportaciones agroalimentarias" en vez de encarecerlas entre un 1% y un 3%, y porque "las compañías multinacionales se instalarán antes en territorio de los Quince que en el nuestro".Sin embargo, el empleo sigue creciendo. Las inversiones en el exterior, que en 1994 crecieron al 3%, lo han hecho al 35% en los primeros meses del año. La economía anda que cabalga. Crecerá este año a un ritmo del 4,8% (frente a un 2,7% el promedio de la OCDE), sólo tres décimas por debajo de 1994, con un desempleo del 4,9%, una inflación del 2,6% y una deuda pública de sólo el 0,8%.

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"Pero si hacemos mal las cosas, rápidamente iremos mal, porque la industria noruega es muy delgada, no tenemos coches ni aviones, ni electrónica, y sólo el 15% de la gente trabaja en empresas internacionalmente competitivas", advierte el presidente de la patronal. La causa, de su temor encela a cualquiera.

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