TRÁFICO NUCLEAR

Contrabandistas de vía estrecha

El acta de acusación refleja que los españoles acusados eran presa fácil para cualquier cebo

, Del escrito de acusación de la fiscalía de Múnich se deduce de forma palpable que los dos españoles procesados por Contrabando de plutonio se encontraban en situación económica desesperada cuando se implicaron en el caso. Javier Bengoechea, Julio Oroz y el colombiano Justiniano Torres resultaban presas fáciles para cualquier cebo. La fiscalía llega a la conclusión de que "los tres inculpados se hallaban en dificultades económicas notables".En otro momento, el escrito del fiscal constata que, "a causa de sus situaciones económicas miserables, tomaron la decisión de viajar en tren el 9 de jul...

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, Del escrito de acusación de la fiscalía de Múnich se deduce de forma palpable que los dos españoles procesados por Contrabando de plutonio se encontraban en situación económica desesperada cuando se implicaron en el caso. Javier Bengoechea, Julio Oroz y el colombiano Justiniano Torres resultaban presas fáciles para cualquier cebo. La fiscalía llega a la conclusión de que "los tres inculpados se hallaban en dificultades económicas notables".En otro momento, el escrito del fiscal constata que, "a causa de sus situaciones económicas miserables, tomaron la decisión de viajar en tren el 9 de julio de 1994" desde Moscú a Múnich, con una muestra de material.

De la declaración del inculpado Bengoechea sale un cuadro patético, que muestra con claridad la desesperación en que se podían encontrar estos grandes traficantes de plutonio. Nació Bengoechea en Zumárraga (Guipuzcoa) el 9 de marzo de 1934, en una familia de 11 hermanos. Se casó a los 25 años y tiene cuatro hijos, que "sostienen económicamente tanto al acusado como a su esposa".

Tras el bachillerato, Ben goechea estudió teología e ingresó en la compañía de Jesús donde, dice la fiscalía, que "fue cura". Esto parece difícil, si se casó a los 25 años, porqué la carrera jesuítica hasta superar los estudios de teología y cantar misa requiere más tiempo.

Trabajos de ocasión

Tras abandonar a los jesuitas, Bengoechea estudió la carrera de construcciones mecánicas, trabajó en una empresa de maquinaria de su padre y se estableció con un hermano en una empresa que quebró, hace unos 30 años.

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El supuesto traficante de plutonio trató de buscarse la vida en Marruecos, donde permaneció dos años dedicándose a comerciar con Chatarra. "Después se ganaba la vida para él y su familia, hasta el momento de su detención, contrabajos de ocasión". Sus ingresos eran de unas 100.000 pesetas mensuales. También intentó salir adelante con una carnicería, pero fracasó y dejó deudas por ocho millones. Carece de antecedentes penales.

La fiscalía trata de probar que los acusados "actuaron en cooperación consciente y voluntaria" y que "con su actuación aspiraban a procurarse una fuente de ganancias considerable y no sólo temporal con el comercio con sustancias aptas para la construcción de armas nucleares".

En la acusación contra Bengoechea, la fiscalía se esfuerza en argumentar que los acusados eran del todo conscientes de que el plutonio que vendían se destinaría a fabricar una bomba nuclear.

Las declaraciones de que no conocían el destino final del plutonio y de que podía ser para fines medicinales o para un reactor nuclear, se consideran una sarta de buenas palabras "para curarse en salud".

A los acusados les amenazan penas de hasta 10 años de cárcel y la primera vista pública del proceso está prevista para el próximo 10 de mayo en Múnich.

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