Los dos alumnos de un curso de profesores estudian unos libros que 'condenan' el método impuesto para aprenderlos

María Isabel Salvador, de 28 años, se quedó helada cuando, el pasado 13 de enero, comprendió en qué consistía la primera parte del curso para obtener el Certificado de Aptitud Pedagógica (CAP) de la Universidad Complutense en el que se había matriculado dos meses antes: un libro de 670 páginas, unas guías fotocopiadas, unos teléfonos para consultar dudas y un mes para presentarse a un examen. Así que presentó una denuncia ante el Defensor del Pueblo, movida principalmente por un hecho: la "total contradicción entre los presupuestos educativos que describen los libros entregados y el desarrollo...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

María Isabel Salvador, de 28 años, se quedó helada cuando, el pasado 13 de enero, comprendió en qué consistía la primera parte del curso para obtener el Certificado de Aptitud Pedagógica (CAP) de la Universidad Complutense en el que se había matriculado dos meses antes: un libro de 670 páginas, unas guías fotocopiadas, unos teléfonos para consultar dudas y un mes para presentarse a un examen. Así que presentó una denuncia ante el Defensor del Pueblo, movida principalmente por un hecho: la "total contradicción entre los presupuestos educativos que describen los libros entregados y el desarrollo del curso destinado a aprenderlos". Y argumenta: "Si no tenían medios, pues no haberlo organizado".Este curso, por el que Isabel y otros 3.700 estudiantes pagaron 22.612 pesetas, es necesario para todo aquel licenciado que quiera ser profesor de instituto público. "Es absurdo reducir un curso de formación de profesores a la lectura de un mamotreto y unas llamadas por teléfono, que, además, teníamos que pagar los estudiantes", cuenta María Isabel Salvador.

"Nunca supe en qué iba a consistir el curso hasta que unas empleadas nos repartieron el libro, titulado, Formación de profesores de secundaria; allí, dos meses después de haber cumplimentado la matrícula, nos enteramos de que lo que tenemos que hacer es aprendernos 670 páginas y presentarnos a un exanien", cuenta Salvador, que, por otra parte, aprobó esta primera parte del curso.

"Falta de espacio"

La segunda parte de este Curso de Aptitud Pedagógica no variaba mucho con respecto a la primera: el día del primer examen, a Salvador y sus compañeros les dieron otro libro Programación y evaluación curricular (250 páginas) y se les dijo que el día 17 de febrero deberían pasarse por la secretaría del curso para recoger un segundo volumen, en el caso de Salvador, Didáctica de geografía e historia (250 paginas). Con ellos aprendidos, los aspirantes tuvieron que presentarse a un nuevo examen emplazado para el día 4 de marzo.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

María José Fernández, directora del CAP de la Complutense, afirma que la causa de que este curso se organizara de esta manera es la falta de espacio y el deseo de esta Universidad de matricular a todos los alumnos: "Otros años ha habido colas de días para poder matricularse, y si éste queríamos que todos los alumnos tuvieran opción a matricularse, la única solución era ésta; en la Complutense no hay ni un metro cuadrado disponible", añade la directora.

"Además", sigue contando Hernández, "en los papeles de la prescripción de matrícula venía que el curso iba a ser autoformativo, esto es, sin ir a clase".

Este extremo lo niega la alumna, que incluso presenta, en su denuncia al Defensor del Pueblo, un impreso donde se podía especificar el turno. "Yo elegí turno de noche porque trabajo; y luego, no sólo eso de elegir resultó un poco absurdo al no existir clases, sino que todos los examenes fueron por la mañana".

"Es que las papeletas utilizadas eran del año pasado y no pudimos cambiarias", explica la directora del curso.

Comunicando

"Y en cuanto a las tutorías por teléfono, lo menos que podían haber hecho es montar un teléfono gratuito", dice Salvador. Compañeros suyos están de acuerdo con su opinión sobre el CAP: "Lo peor del curso es que no ha habido curso; lo que hemos hecho es pagar un dinero para hacer un examen; y en cuanto a las tutorías por teléfono, llamé un par de veces y siempre comunicaban", cuenta Ángel Antonio Bermejo, de 25 años, licenciado en Bellas Artes.

Susana Ibarra, de 27 años, opina que lo peor ha sido, con todo, la falta de información.

Sobre la firma

Archivado En