Los dos errores del Andreotti belga

Willy Claes ha sido el Andreotti de la política belga. Conoció todos los ministerios: de Educación, de Economía, de Asuntos Exteriores, y ha sido presidente de los partidos socialistas y socialdemócratas de la UE y eterno ministro de los Gobiernos de coalición belgas.Pero desde que el pasado otoño accedió a la poltrona de la OTAN, Claes ha cometido dos errores -los dos este mes de febrero-, que sus enemigos no perdonan. Uno pertenece a la política "doméstica" belga: el mismo día que sus compañeros en la dirección del partido socialista flamenco -Vandenbroucke y Tobback- ya reconocían haber sab...

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Willy Claes ha sido el Andreotti de la política belga. Conoció todos los ministerios: de Educación, de Economía, de Asuntos Exteriores, y ha sido presidente de los partidos socialistas y socialdemócratas de la UE y eterno ministro de los Gobiernos de coalición belgas.Pero desde que el pasado otoño accedió a la poltrona de la OTAN, Claes ha cometido dos errores -los dos este mes de febrero-, que sus enemigos no perdonan. Uno pertenece a la política "doméstica" belga: el mismo día que sus compañeros en la dirección del partido socialista flamenco -Vandenbroucke y Tobback- ya reconocían haber sabido las tenebrosas ofertas de la fabricante de los helicópteros Agusta, él lo negaba todo. Hubo que esperar unas horas para conocer que también "sabía". Otro, a la política internacional.

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Cometió la torpeza de presentar la nueva estrategia mediterránea de la OTAN -tan trabajosamente preparada por España- casi como una nueva cruzada antiislámica, lo que dio pie a nuevas amenazas de Gaddafi sobre el inicio de una eventual "guerra santa".

Recelosos de su confeso europeísmo y de la "mirada al Sur", han sido -aunque sotto voce- los más atlantistas de los europeos, los británicos, quienes más duramente han criticado el erróneo enfoque de Claes. Los holandeses han actuado como punta de lanza. Han encontrado una debilidad. Bajo la modesta apariencia de un astuto político con vocación de corcho -flotar, siempre flotar- palpitaba una débil seguridad: callar lo evidente (caso Agusta) y modelar al gusto propio la organización de la que uno es sólo el más alto empleado (caso OTAN-Mediterráneo) es una ambición no sólo doble, sino excesiva.

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