"Nuestro amigo Rafael Vera"

A Pepe Barrionuevo se le quiebra la voz: "Estamos unidos a su mujer y a sus hijos en estos momentos. La situación que vive Rafael Vera y los demás compañeros encarcelados es incomprensible e injusta". Atrás, en las últimas butacas del salón de actos, el rostro cansado y serio, Ramón Rubial no se pierde una palabra.José Barrionuevo y José Luis Corcuera habían llegado a la una en punto. Avanzaron por el pasillo central entre fogonazos. Corcuera soltó un apagado "buenos días" y se acomodaron en la pequeña mesa. El salón de actos estaba a rebosar. Pocas veces se había despertado tal expectación. S...

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A Pepe Barrionuevo se le quiebra la voz: "Estamos unidos a su mujer y a sus hijos en estos momentos. La situación que vive Rafael Vera y los demás compañeros encarcelados es incomprensible e injusta". Atrás, en las últimas butacas del salón de actos, el rostro cansado y serio, Ramón Rubial no se pierde una palabra.José Barrionuevo y José Luis Corcuera habían llegado a la una en punto. Avanzaron por el pasillo central entre fogonazos. Corcuera soltó un apagado "buenos días" y se acomodaron en la pequeña mesa. El salón de actos estaba a rebosar. Pocas veces se había despertado tal expectación. Silencio. Habla Barrionuevo: "La razón de nuestra comparecencia es mostrar nuestra solidaridad con Rafael Vera y dejar constancia de lo mucho que le debemos". Visiblemente emocionado, recordó los tiempos compartidos con Vera en el Ayuntamiento de Madrid y, luego, en el Ministerio del Interior y aquellos años "de muerte diaria, de bandas criminales".

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Eso era el ayer, El hoy de Vera es la cárcel. Una cárcel que consideran injusta. "La sociedad y la Justicia terminarán por admitir su inocencia". ¿Miedo a ser los siguientes? Corcuera lo negó al menos en tres ocasiones: "No me mueve preocupación personal alguna en lo que digo. Creo en la inocencia total de Rafael Vera y en la de los demás que están en la cárcel". Y un mensaje: "Quiero trasladar a la sociedad, a través de ustedes, mi más profunda tristeza por la situación de quien arriesgó su vida, de quien siempre estará señalado por los que nunca olvidan, de quien, en definitiva, sólo cumplió con su deber", dice un José Luis Corcuera adusto y tranquilo. Sólo un ligero chispazo de rabia cuando se refiere a "ésos, los únicos condenados que están hoy en libertad, que van a los mejores restaurantes, a tomar copas, rodeados de escoltas".

Preguntas, preguntas

Radios en directo. Cámaras de televisión. Corresponsales extranjeros. Los periodistas se interrumpen unos a otros, apagan las voces de Corcuera y Barrionuevo. "Sólo dos preguntas más", que luego eran tres, cuatro.... "¿Les han llamado a declarar? ¿Por qué no renuncia a ser aforado, señor Barrionuevo? ¿Puede ser que Vera actuase sin conocimiento de ustedes?". Algún "ministro, ministro", que ahora suena extraño.

Y Garzón, al que en ningún momento nombraron, planeando sobre el salón de actos. Alguien pide que se pronuncien sobre el juez: "No voy a opinar porque tengo serias dudas de mi objetividad si me pronuncio", responde Corcuera. Y ante la interpretación de un periodista, nueva puntualización: "Bajo ningún concepto puede deducirse de lo que he dicho nada en su contra".

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"No hay más preguntas, de verdad. No más preguntas". Se levantan, se van.

En la calle, dos mujeres arrastran su carrito de la compra: "Yo lo de ese Garzón no lo veo claro. Ya me dirás por qué mete a Vera en la cárcel...".

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