Editorial:

Contra la paz posible

UNA NUEVA matanza sembró ayer de luto e indignación a Israel. La explosión de una bomba que portaban dos activistas suicidas de Yihad Islámica acabó con la vida de al menos 19 personas e hirió a más de 65 en una calle de Tel Aviv. Al menos 109 israelíes y casi 200 palestinos han muerto en territorio de Israel desde el acuerdo de paz firmado en Washington, en septiembre de 1993, por el primer ministro Rabin y el líder de la OLP, Arafat.¿Por qué? Porque sectores radicales de las dos comunidades ven en el procesc de paz y en el proyecto de convivencia entre estos, dos pueblos una grave amenaza pa...

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UNA NUEVA matanza sembró ayer de luto e indignación a Israel. La explosión de una bomba que portaban dos activistas suicidas de Yihad Islámica acabó con la vida de al menos 19 personas e hirió a más de 65 en una calle de Tel Aviv. Al menos 109 israelíes y casi 200 palestinos han muerto en territorio de Israel desde el acuerdo de paz firmado en Washington, en septiembre de 1993, por el primer ministro Rabin y el líder de la OLP, Arafat.¿Por qué? Porque sectores radicales de las dos comunidades ven en el procesc de paz y en el proyecto de convivencia entre estos, dos pueblos una grave amenaza para su propia subsistencia y sus ideas fanáticas. ¿Para qué? Para provocar en ambos pueblos reacciones dictadas por el odio que hagan, descarrilar el proceso de paz.

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El atentado de ayer, con ser de los más trágicos, no es sino uno más a sumar a los habidos. Otros le seguirán. Los enemigos de la paz en ambas comunidades tienen plena conciencia de su interés común en difundir el mensaje, de que la paz es imposible. Los que luchan por la paz, Rabin y Arafat a la cabeza, no parecen ver siempre tan claros sus intereses comunes.

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La tensión por la reactivación de nuevos asentamientos de colonos judíos en torno a Jerusalén es prueba de ello. Rabin tiene que poner freno a los radicales que creen poder imponer una política de hechos consumados con vistas a la discusión sobre el futuro estatuto para la Ciudad Santa. Sólo así puede ayudar a que Arafat haga frente a quienes quieren embarcar a todo el pueblo palestino en la senda de la guerra. Ésta sería, igual que el atentado de ayer, asesina y suicida.

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