Tribuna:GUERRA EN EL CÁUCASO

Borís YeItsin ha cruzado el Rubicón

Todos los ideales democráticos, que el presidente ruso, Borís Yeltsin, ha estado proclamando en el pasado se han visto traicionados con su ataque militar a Chechenia. Con esta acción, Yeltsin ha cruzado el Rubicón que llevará a Rusia de vuelta al Estado policialAl intentar aplastar las aspiraciones del pueblo checheno mediante el Ejército y el Ministerio del Interior, Yeltsin ha revelado que la fuerza bruta es su método preferido para enfrentarse con quienes estén en desacuerdo con el control central del Kremlin, sean los medios de comunicación, manifestantes, u otros integrantes de la Federac...

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Todos los ideales democráticos, que el presidente ruso, Borís Yeltsin, ha estado proclamando en el pasado se han visto traicionados con su ataque militar a Chechenia. Con esta acción, Yeltsin ha cruzado el Rubicón que llevará a Rusia de vuelta al Estado policialAl intentar aplastar las aspiraciones del pueblo checheno mediante el Ejército y el Ministerio del Interior, Yeltsin ha revelado que la fuerza bruta es su método preferido para enfrentarse con quienes estén en desacuerdo con el control central del Kremlin, sean los medios de comunicación, manifestantes, u otros integrantes de la Federación Rusa que deseen más autonomía. Los métodos policiales, que creímos enterrados con el totalitarismo, están prestos para volver. Ahora resulta evidente que las esperanzas democráticas puestas en el presidente ruso han sido secuestradas al caer bajo la influencia del viejo, pero todavía poderoso, complejo militar industrial, así como de los nuevos carteles petrolíferos dentro de Rusia, que no pueden permitirse perder los ricos recursos de Grozni: Yeltsin ha intentado revitalizar su languideciente popularidad personal entre los rusos corrientes actuando duramente contra los rebeldes chechenos. El derramamiento de sangre en Chechenia debe traer consigo no sólo una reevaluación de la presidencia de Yeltsin tanto en el extranjero como en el interior, sino también una reevaluación de las actitudes de las democracias occidentales estables y de las Naciones Unidas en lo que se refiere, a la autodeterminación.

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La defensa de la integridad territorial es el derecho de los Estados; la autodeterminación es un derecho humano. Después de todos los horrores que han tenido patrocinio estatal el siglo XX, ¿no estamos preparados, finalmente para admitir que los derechos humanos deben tener prioridad sobre los derechos de los Estados? Sin embargo, tanto los estadounienses como la mayoría de los Estados europeos han afirmado que la guerra en Chechenia o un "asunto interno" ruso. Sólo tardíamente, hace unos días, ha considerado necesario el Consejo de Europa expresar su preocupación por la excesiva brutalidad del ataque ruso y por las violaciones masivas de los derechos humanos.

No obstante, los acontecimientos de Chechenia deberían dejar bien claro que conceder prioridad al principio de inviolabilidad de las fronteras del Estado en lugar de autodeterminación de los pueblos, conduce a la brutalidad y a la guerra, no a la paz. Defenderla integridad de un Estado contra las exigencias de individuos y culturas, sea en Chechenia, en Karabaj o en el Kúrdistán, conducirá al uso de la fuerza y a la violación de los derechos humanos. Conducirá al catadismo.

En consecuencia, lo que se necesita para alcanzar la paz y la estabilidad en el mundo actual no es el uso de la fuerza sino una actitud de cooperación dentro de los límites del Estado, o entre Estados reconocidos, y aquéllos que busquen la autonomía o la secesión que acoja las exígencias de autodeterminación mediante nuevas formas de confederación,o república. Elaborar los mecanismos de esas formas de cooperación constituye el problema más agudo, no sólo en Rusia, sino también en gran parte del mundo de hoy.

Si la ONU no se dedica a este asunto con la máxima urgencia, así como la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa, estas organizaciones seconvertirán en meras versiones en la sombra de la fracasada Liga de Naciones y el mundo se convertirá en un gigantesco campo de batalla. En lugar de expresar su alarma ante las violaciones de los derechos humanos una vez ocurridas, deber anticiparse y tras los acuerdos políticos que evitarán tragedias similares a la de Chechenia. Como en Bosnia, una vez que comienza el derramamiento de sangre resulta imposible establecer relaciones normales que podrían llevar a una estabilidad duradera. En su lugar, se instalan ciclos iterminables de odio y violencia. En Chechenia, el presidente Yeltsin podría haber seguido el curso democrático como hizo en la primavera pasada, cuando firmó un acuerdo político especial con el presidente de Tatarstán que englobaba las peticiones tártaras. Evidentemente, creyendo que los chechenos, eran tan débiles que, podrían ser suprimidos por la fuerza bruta, Yeltsin y los que le rodean eligieron la opción militar, lanzaron una campaña de mentiras que describieron a Chechenía como una tierra de bandidos y se negaron a mantener negociaciones serias con sus dirigentes.

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El Cáucaso norte,donde se encuentra Chechenia, es una región especial por ra zones históricas, y, por tanto, exige un planteamiento especial. Hemos de recordar la sangrienta invasión del Cáucaso por parte de la Rusia. zarista y más tarde el genocidio de Stalin que tuvo lugar ahí. Los acontecimientos de Chechenia que están saliendo a la luz ahora -los civiles asesinados, los tanques rusos quemados y los cuerpos esparcidos de los soldados rusos- son pruebas demoledoras de que el actual Gobierno ruso es incapaz de entender su propia historia. Lo más importante ahora dentro de Rusia es movilizar a opinion pública. mediante la organización de un gran movimiento antibélico. Un elemento importante de esta movilización que ya está en marcha es la acción de aquellos legisladores rusos que han acudido valientemente a Grozni, a pesar de las duras batallas, para ser testigos directos de la horrible verdad de lo que está ocurriendo a fin de poder desmentir las falsedades de la propaganda oficial rusa. Igualmente debemos admirar también la valentía de los comandantes militares rusos que se han negado a seguir las órdenes de Moscú de utilizar la fuerza militar contra los civiles. Una tarea clave del movimiento antíbelico consistirá en recórdar a las tropas rúsas el fallo de los tribunales de crímenes de guerra tras la Segunda Guerra Mundial, en el sentido de que los soldados no están obligados a cumplir órdenes criminales de atacar a la población civil.

Desde fuera de Rusia, las sociedades democráticas de Occidente deben utilizar todos los medios diplomáticos para presionar al presidente Yeltsin para que interrumpa su ataque y negocie con los dirigentes chechenos. Los personajes de la sociedad civil internacional, como el antiguo presidente estadounidense, Jimmy Carter, deberían volar a Moscú e intentar actuar de observadores Chechenia. Estoy convencida de que es la única forma de impedir que la violencia se extienda en el futuro. Lo que está en juego no son sólo las vidas de civiles inocentes en Chechenia, los partisanos locales y los soldados rusos. Lo que está en juego es el sendero democrático por el que ha iniciado su andadura Rusia desde el hundimiento del totalitarismo.

Yelena Bonner es activista de los derechos humanos y viuda de Andréi Sajárov.

1994, NPQ. Dist. por Los Angeles Times Syndicate.

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